viernes

La Ventana

("Ventana" - 2007 - Oleo Fernando X.González)

Tac, tac, tac….
Ya estaba de nuevo.
Como cada madrugada lo despertó el repiqueteo incansable sobre el cristal de la ventana.
Se encogió bajo las mantas y se tapó la cabeza con la almohada. No veía nada pero de sobra sabía lo que había fuera. Su corazón galopaba como un caballo desbocado. Un sudor frío comenzó a empaparle todo el cuerpo humedeciendo su pijama.

Tac, tac, tac…

(No te muevas, no respires, mantente quieto)

Pero el latido de su sangre
le retumbaba en los oídos y parecía extenderse por toda la alcoba.
Comenzó a temblar. Cerró fuerte los ojos y se abrazó con ambos brazos tomando postura fetal.
Las noches de un tiempo a esta parte eran un terror para él.
No sabía exactamente cómo ni cuándo había comenzado todo. Su vida era normal, él era una persona normal y todo a su alrededor era normal. Menos las noches. Sus noches escapaban a la normalidad y él no era o no sabía ser capaz de comprender qué estaba ocurriendo.
Anteriormente sus noches eran monótonas al igual que sus días, relajantes y colmadas de un sueño reparador de todos los engranajes gastados durante la jornada. Se levantaba como nuevo. Ahora no, ahora despertaba como si durante el periodo de descanso lo hubiese pasado guerreando en cruenta batalla. Amanecía rendido, cansado, apático, y sobre todo desorientado.
Tenía la ligera noción de que una madrugada de principios de noviembre, algo lo sacó de las brumas del sueño. Era como un sonido que avanzaba de la lejanía… tac, tac, tac… Para sí se dijo que sería una rama golpeteando la ventana por el viento. Imaginó la desnuda rama arañando el cristal ante el bamboleo de la fuerza externa. Contempló sin ver las sombras reflejadas en el vidrio como dedos huesudos y descarnados.

(Por supuesto que no imbécil, junto a tu ventana no hay ningún árbol y ninguna rama).

Abrió pausadamente los ojos y vio como la niebla ocultaba todo lo visible detrás del cristal. Sin embargo era totalmente visible algo que lo dejó paralizado. Era un rostro pétreo que lo miraba desde fuera. Sus ojos rasgados y azules lo penetraban hasta lo más hondo con insistencia, y con el dedo de uña afilada golpeaba el cristal… tac, tac, tac. Se le ocurrió que podría ser alguien que se había perdido y necesitaba ayuda.

(Claro, claro, alguien que necesita ayuda y que te golpea el cristal y te mira tras la ventana en plena madrugada ¿Acaso no tienes sesera para pensar?)

Como a través de un eco sintió que lo llamaban. La figura sinistra lo llamaba. Ven. El se encogió más sobre sí mismo. Se refugió dentro de sí para no escuchar, no ver, no sentir.

Desde entonces todas sus noches eran un verdadero infiero. El repiqueteo, los ojos rasgados que lo miraban, y el titilar de sus miembros al compás de su alocado corazón. Así pasaban lentas las horas hasta que el sueño llegaba, ya al amanecer y cuando la recién nacida luz clareaba la estancia. Entonces era cuando podía descansar aunque sólo fueran unos minutos.
Su vida era ahora una tensión constante, cualquier cosa lo sobresaltaba, cualquier mirada le parecía la misma que la que lo miraba en las madrugadas. Se volvió huraño e introvertido. Ya no salía con sus amigos ni tenía reuniones familiares. Después del trabajo se refugiaba en casa esperando la noche, la tétrica noche que cada día le tocaba vivir.
Un día la noche fue distinta. Se acostó cómo hacía habitualmente y esperó.

Tac, tac, tac…

El miedo le atenazó las entrañas y le nublo la mente. Apenas si podía contener el loco trajinar que tenía su corazón. Se atrevió a sacar la cabeza de la almohada y hacer frente a la mirada penetrante. Abrió los ojos (no lo hagas, no lo hagas)
Y un azul metálico lo arrastró a continuar mirando.

Ven.
(no vayas)
Ven

Se levantó con los músculos en tensión y tropezó con una zapatilla que había dejado de cualquier manera al acostarse.

Ven
(no vayas)

Se dirigió a la ventana. Sus ojos clavados en aquellos otros ojos que destilaban frialdad de ultratumba. Pero su azul, ese azul….
No podía apartar su vista de ellos.
Con movimientos lentos llego hasta la ventana y la abrió.
Allí no había nada. Nadie.
Tengo que salir.

(sabes que no puedes hacerlo)

Salió por la ventana en pos de aquél rostro pétreo y aquellos ojos azul neón que habían desaparecido……
(No lo hagas).

Pero él lo hizo.

Los recogedores de basura encontraron su cuerpo desmadejado e inerte al amanecer de aquél día.
Sus ojos se mantenían abiertos, como queriendo encontrar algo perdido. Su boca lucía una mueca grotesca. Sus miembros estaban desmoronados, como un muñeco roto.
Había saltado desde un cuarto piso.

Al estrellarse contra el suelo le pareció escuchar dentro de sí:
(te dije que no lo hicieras).

21 comentarios:

  1. Engancha este relato y el final... aterrador. Feliz fin de semana!

    ResponderEliminar
  2. Pero tambien le dijo todo lo contrario. Cuando las voces son contradictorias, es dificil saber cual obedecer. Aunque lo mas seguro suele ser no aventurarse.

    Feliz fin de semana, madame

    Bisous

    ResponderEliminar
  3. A medida que leía, me embargaba la sensación de esta persona... cuantas veces tuve estas pesadillas...
    Por suerte hace mucho que no las tengo.
    Creí que esos ojos eran los de la muerte, creo que no me equivoqué... aunque imagino su llamado muchos mas benévolo, mucho menos cruento, aunque el final sea el mismo.
    Buen relato.
    Besos

    ResponderEliminar
  4. "dicen de él que le vieron lejos de aquí, que cambió su manera de sonreir"
    Me ha dejado el cuerpo como el mejor Ambrose Bierce.
    Saludos

    ResponderEliminar
  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  6. ¡ Vaya historia!, y menuda nochecita me espera, porque a mi siempre me parece, de madrugada, que hay algo tras mi ventana, pero no pienso salir a buscarlo, que vivo en un septimo. Un beso

    ResponderEliminar
  7. Precioso!!! Ese manejo que haces del personaje es maravilloso. Te lo aplaudo.

    Un placer leerte.

    ResponderEliminar
  8. Incesante martilleo día tras día, cruel destino macerado desde el ventanal, suculento tributo el que se lleva la muerte tras el cristal. Hay destinos que se dejan acariciar antes de cumplirse, como desdibujando la realidad y no es así, no es un juego, es el final, esplendido relato...

    Abrazzzusss

    ResponderEliminar
  9. Verdial, el relato extraordinario, pero me trae malos recuerdos, creo que que tú sabes el porqué.

    un abrazo tesorete

    P.D. No te preocupes además es muy real.

    Maite

    ResponderEliminar
  10. Así es, somos víctimas de nuestros propios fantasmas y desoímos a nuestros ángeles...

    Como siempre genial.

    ResponderEliminar
  11. En tu relato he visto descritas a personas que conozco que su conciencia no los deja vivir, al haber obrado mal con seres queridos que ya no están.
    Padres y hermanos enfermos mal atendidos, abandono de amigos en dificultades y cosas así los han llevado al sinvivir que hoy padecen.
    Magnifico relato como siempre.
    Un beso

    ResponderEliminar
  12. Vaya niña, el corazón acelerado ahora, es el mío. El relato te mantiene expectante todo el rato, ufff..., ¡meha gustado mucho!!!

    Besicos muchos guapa

    ResponderEliminar
  13. ¡Qué tensión hasta el final! ¡Qué intriga! Genial el relato.

    Hay que abrir la ventana y enfrentar a los fantasmas cuando nos acosan, sin embargo, ya ves, perseguirlos es peligroso.


    Besos
    Teresa

    ResponderEliminar
  14. ¡Qué horror! Es magistral el relato que mantiene en suspenso todo el tiempo, línea a línea y el cierre espectacular y sobre todo probable, muy probable. Bueno ahora sí...¡creo que no voy a poder dormirrrr...!!! jajaja mentira. (¿mamá,mamá?)Un gran abrazo.

    ResponderEliminar
  15. Verdial...¡¡¡ integras en tus textos unas bonitas ilustraciones..¡¡¡
    me ha parecido algo familiar en una época de insomnio ¿quien no ha tenido temporadas de insomnio?...en la noche hay muchos factores que alteran el sueño,preocupaciones,temas no resueltos,problemas de salud,desamores,stres,aunque en esta ocasión el desenlace es fatal...
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  16. Verdial, un relato que te obliga llegar hasta el final para dilucidar el misterio. En medio de la lectura me dije: hummm... esto es un símbolo de la necesidad de enfrentar los miedos, los propios fantasmas... así que cuando el personaje decide hacerlo y con ello va hacia la muerte... quedé helada. Me gusta cuando un texto sorprende. Bueno aquí queda el misterio sin solución, abierto a las múltiples interpretaciones que podamos hacer los lectores.
    Siempre es un gusto venir por acá!

    ResponderEliminar
  17. Me ha encantado, es fantástica esa lucha interna, esa lucha contra unos mismo. En parte me siento identificado, tengo muchas veces esa atracción a lo prohibido, a lo que está mal.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  18. Vaya, querida amiga, que modo de atraparnos e inquietarnos... He tenido que leer dos veces el relato, ya que la primera lo hice "atragantado", corriendo, deseando ver que pasaba... La segunda vez ya lo hice con mas calma, y saboreando un poco el texto.

    ¡Vaya como nos has enganchado, amiga!

    Un abrazo, Verdial

    ResponderEliminar
  19. Me has recordado esas historias de vampiros que deben esperar la invitación de su víctima para poder penetrar las defensas, inútiles al fin, que ha dispuesto contra ellos.
    Besos

    ResponderEliminar
  20. coincido con Daalla.

    hace años estaba convencida de que alguna noche vendría un vampiro a buscarme, picando en mi ventana...

    ResponderEliminar
  21. Y además se te da bien el terror :)

    Suerte que yo no vivo tan alto como el protagonista de tu relato...

    Besos

    ResponderEliminar