jueves

El Vals De Las Olas

("Patio Andaluz" - Margui López - Óleo sobre Lienzo)

“.. Y olas que al llegar, desvanecen muriendo a mis pies…”

La voz de mi abuela llegaba a mis oídos como un rumor sordo que daba entonación a las palabras que salían de su boca, poniéndole la música del Vals de las Olas. Como único acompañamiento musical, el chirrido del vayven de la mecedora en la que estaba sentada y en la que se mecía. 
Sobre su falda, encima el delantal negro atado al pecho con dos imperdible, yo. Mi cabeza en su hombro, hombro vestido con tela de batista y coronando la manga larga una puntillita de croché, que mi abuela nunca se ponía mangas cortas, que eso era sólo “pa la gente nueva” y ella decía que era algo un poco indecente, 

(¿qué será indecente?)

que no hay que enseñar más que lo imprescindible, que luego ya se sabe, pasa lo que pasa.

(¿qué será lo que pasa?) 

“Que no Dolores, - la voz de mi madre sonaba desde la cocina - que eso era antes, que ahora to er mundo lleva la ropa corta y las mangas a la sisa.”

Y mi abuela seguía con la cantinela del Vals de las Olas, y yo me distraía mirando desde abajo su zarcillo, una pequeña piedra negra azabache engarzada en oro y que le colgaba balanceándose al compás de la mecedora.
Yo alzaba el dedo y tocaba aquel zarcillo porque la piedra negra me llamaba mucho la atención. 
Se me asemejaba a los escarabajos negros con patas altas que andaban por el patio de mi casa (curianas, los llamaba mi abuela), escondiéndose tras las macetas de la flor de la china.

“Chiquilla estate quieta y duérmete ya, que sino viene el coco y te va a llevá.”

(el coco no me da susto, me da susto el demonio, que es grana y tiene un rabo largo y le pincha a las niñas con el tenedor)

“¿Qué pasa Dolores, no se duerme esta puñetera madre?”
“Esta no tiene sueño, si tiene los ojos como platos de abiertos”
“Po déjela usted que si ya no se ha dormío no se va a dormir, a la noche la acuesto más temprano. Cada vez cuesta más que duerma la siesta.”

Y entonces mi abuela dejaba que me bajara de su falda y decía que “qué joía niña, tanto tiempo cantándole y meciéndola y tó paná”, y yo me salía del cuarto cantiñeando el Vals de las Olas, 

(¡Ay!, ¡ Ay cuánto amor! Cuanto amor si te acercas a mí…)

y me imaginaba como serían las olas, y el mar, y la arena que mi abuela me contaba, cuando me relataba la canción y que yo nunca lo había visto personalmente, pero sí con la imaginación de una niña de tres años, que puede ver con los ojos de la ilusión todo lo que le cuentan.
Con mi cantiñeo me iba a la cocina, donde mi madre andaba trajinando y me acercaba a mi hermana pequeña, sentada en su mecedorita porque aún no andaba, y yo le cogía el chupete de la boca y me lo ponía yo, y lo chupaba muy rápido para sacarle más sabor antes de que mi madre se diera cuenta,

(¿por qué mi hermana tiene chupe y a mi no me dejan tenerlo?)

que cuando me veía, me lo quitaba y se lo ponía de nuevo a ella, que las niñas grandes no tienen chupe,

(yo no quiero ser grande)

y cuando mi madre se volvía, sin que me viera, yo le pellizcaba a mi hermana las piernas regordetas, y ella lloraba y yo corría a esconderme detrás de la palmera del patio viendo desde mi escondite como mi madre tranquilizaba a mi hermana “Eah, eah, eah, yastá, yastá. ¿Qué te pasa miarma? Te duele la barriguita ¿a que sí?”, queriendo hacerme invisible en mi escondite para que no descubriera mi acción y llamara al demonio para que me llevara.

Arriba, en las palmas, la chicharra lanzaba su agudo canto rompiendo el silencio de la calurosa tarde ahíta de un sol que abrazaba el patio.
Mi madre salía a correr la vela de lona blanca sostenida por alambres para mantener el patio a la sombra
“Candela es lo que está cayendo hoy Dolores”- decía ella – “Este sol de plano me achicharra to las hojas de las pilistras, mirusté, mirusté, como están los helechos, por Dios bendito.”

Y entonces me descubría agazapada entre las macetas relacionando de inmediato mi escondida con el llanto de mi hermana “¿Qué le has hecho a tu hermana so mala? ¿Laspegao? Que no mentere yo que laspegao que mira que llamo a quien tú ya sabes pa que te lleve de noche”.
Yo me escurría como podía a refugiarme entre las faldas de mi abuela y le pedía “agüela, cántame el vals de las olas”, y de nuevo comenzaba ella con su voz ya algo cascada:

“…Y olas que al llegar, desvanizan muriendo a mis pies…”

Y ya no me importaba ni la reprimenda de mi madre, ni que llamara a "quien yo ya sabía", que era demonio, ni nada…

30 comentarios:

  1. Traviesa! Eso se hacen mis sobrinitos!

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  2. Verdial eres genial, siempre disfruto un montonazo con tus lecturas...me haces viajar en el tiempo a lo mejor de mi infancia...pues muchos rasgos de tus historias, podrían ser comunes a tantos y tantos niños de este país nuestro... de aquellas épocas.Y ese patio andaluz...de tu tierra del sur tan hermosa...como hermosa es tu alma y ese gesto de compartir todos esos sentimientos que nos regalas.
    Te dejo mi abrazotedecisivo... hoy al compás del vals de las olas.
    MUacks

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  3. Estos son los relatos que me gustan leerte, que bonitos recuerdos!, pero que traviesa eras Verdial?, me imagino que tendrías ratos buenos que cuidabas cariñosamente a tu hermanita.
    Besos

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  4. jajajaj

    que bueno y que tierno

    ojalá siguiéramos jugando como si fuéramos niños

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  5. Gracias por tu ánimo, espero que todo pase, que mi vida vuelva a la rutina, y volver a leeros a todos, y a comentaros. Un beso y gracias de nuevo

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  6. Bien lo dice Sara, de verdad que se disfruta de la literatura de Verdial en aires de cierto costumbrismo o realismo, ¿a lo Pérez Galdós, Pereda o la Pardo Bazán?

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  7. Hola Verdial, que lindo seria escuchar el Vals de las olas en tu voz.
    Por que no lo grabas y lo subes.
    Un beso desde este sueño.
    Pena (L7s7)

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  8. Hermoso mensaje me has dejado!!! Un beso

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  9. A cuentas gotas nos deja tus relatos, pero es lo que hay, esperar para leerte y vale mucho la pena...me ha encantado como siempre...un besote

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  10. Maravilloso, Verdial. me has trasladado a mis tres años, al chupe d emi hermana, a mi abuela en su mecedora, a mi madre, a las pilistras y helechos, al croché, a los "mantequeros que venían a la hora de la siesta y se llevaba alas niñas, qué afán con la siesta...
    Mi abuela tenía "mala oreja" o sea, que cantaba fatal, pero nos cantaba, mientras nos mecia sobre las sos patas traseras de una silla de enea baja. ea, mi niña que viene el coco...

    Me ha encantado

    Un abrazo

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  11. Definitivamete, mi querida Verdial, eres una mujer genial y hermosa, atributos que nuestro Padre te ha otorgado para que hagas buen uso de ellos. No soy dado a la emvidia,pero te envidio querida amiga desde el otro lado del charquito...

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  12. Que fuerza tiene la primera imagen: la abuela en la mecedora, tarareando el vals de las olas, la nieta a su cuidado...
    Un abrazo, verdial

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  13. Es otra perspectiva de ver las cosas, en mi casa yo era el pequeño y algún que otro pellizco me llevaría, seguro, también comparto a espuertas llenas es ese cariño de la agüela que hacia con sus nietos lo que no había podido hacer con sus hijos. La recuerdo con gran cariño, con tristeza también, de no haberla disfrutado mas de lo que lo hice, claro que la ley de vida no esta hecha para mantener mucho tiempo esa felicidad, aun así, lo poquito, mil veces mejor, magnifico retrato que me llevo de nuevo a la niñez...

    abrazzzusss

    PD:
    Espero que la apatía vaya dejando hueco para las sonrisas, no dudes en buscarlas...

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  14. Sin haber vivido nada igual he rememorado mi infancia. Lo has contado tan bien que hasta escuché el crujir de la mecedora y la musiquilla de tu abuela y he sentido ese sol implacable y el olor de las plantas del patio... tan bien lo has dicho que he sentido envidia (sana) por no haber tenido una abuela que me cantara. Te felicito y agradezco nos hicieras partícipes de tan entrañable vivencia.

    Buen finde. Abrazos

    pd. Todos los puntos locos que cuento son ciertos... mis recuerdos antes de que me quede desmemoriada :) gracias por entrar y comentar en ellos

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  15. No sé de dónde tengo recuerdos difusos, así tal como lo has relatado; tal vez se hicieron recuerdos míos de tanto repetir a Valdelomar. Pero hoy me he estado contigo, y con tu abuela empapándome de sus decires; me scondí contigo cuando pellizcaste a tu hermanita y aunque no te lo pregunté cuando estábamos escondidos, lo hago ahora ¿qué sentías pellizcándole? Porque esa pregunta no me deja salir de tu relato y volver a ser el que era. Un gran abrazo Verdial.

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  16. Un relato con un aire costumbrista que engancha, Me has hecho viajar en el tiempo, Verdial,
    ¡Brillante!

    Saludos!

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  17. Muy bonita esa semblanza de tu abuela. Deberían ser eternas las abuelas.
    Saludos.

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  18. Me ha transmitido mucha calma y me ha devuelto a un tierno pasado en el que todo era mejor...

    Un besazo desde la infancia!

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  19. Leerte es viajar en el tiempo, trasladarse a un mundo de emociones y sentimientos, de luz, de frescura y de inocencia.

    Eres una maravillosa fuente de relatos intimistas a cuál mejor.

    Besos
    Teresa

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  20. Sabes que me gusta tu manera de contar las cosas...
    Trasladarse al escenario que describes es facil pues lo haces muy bien...
    Muhos giros andaluces en tus palabras que me son familiares...porque lo del sur me gusta y convivo con su media lengua(en sentido cariñoso)...

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  21. ¡Que bonito Verdial, que bonito!! Yo no conocí a mis abuelas,pero si a una tía abuela que también me cantaba y era una delicia.
    Besicos muchos.

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  22. Me parece muy bonito que seas capaz de recordar así las trastadas que hacías de niña y en las que todos nos vemos, de alguna manera, reflejados.
    Un abrazo

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  23. Pues yo también tengo recuerdos de mis dos abuelas pero no de tan niño. De niño sólo recuerdo detalles insignificantes que normalmente derivan de fotos o momentos muy puntuales.

    Como echo de menos esa Andalucía. En la Costa del Sol se respira otra historia, y aunque esos patios llenos de helechos y canarios cada día son más escasos, todavía se mantienen en los pueblos.

    En cuanto a las fotos de mi blog, te resuelvo tu duda: soy yo en las dos.

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  24. me hubiese gustado mecerme en las faldas de mi abuela, pero una era muy severa y no quería niños, y a la otra no llegué a conocerla

    pero aún tengo para esconderme los abrazos grandes de mi madre, ¡qué suerte la mía!

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  25. ""Olas de la mar en calma
    y conchas cuajás de lunares:
    si me dieras tus amores
    yo te enetregaría el alma,
    María de los Dolores""

    Fandango de Antonio Rengel.

    Saludos flamencos

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  26. Ay, la magia inmensa de las cosas mas sencillas... Me encanto, sobre todo, verte robando el chupe a tu hermana y chupandolo con mucha fuerza...

    Un gran abrazo, amiga

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  27. Siempre estupendo, como siempre. Un placer pasar por tu casa.

    Saludos y un abrazo.

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  28. Que linda fotografía de patio, como son los patios andaluces. Sin duda la silla de la abuela...

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  29. Precioso relato, pero es cierto: nunca se deja de sentir del todo

    Un abrazo

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  30. Waw que hermoso relato mucha veces dejámos de sentir, pero también tenemos que agradecer de todos esos momentos que vivimos que muchas personas no los han podido transitar. Con todos los recuerdos en la mochila debemos hacernos de fuerza y coraje y emprender nuevamente el camino buscando otros horizontes. Te mando un beso grande.

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