viernes

Mi Inmadurez

De pequeña siempre quise tener un traje de flamenca, pero eso nunca fue posible. La economía en casa no era muy boyante, y además mis padres no tendrían que comprar un traje, sino dos, uno para mi hermana y otro para mí, lo que encarecía más la compra, así que nunca lo tuve. Pero vamos, yo me conformaba con (y palabras textuales de mi madre), “vestirme de mamarracho” y jugar al teatro. Me ponía una falda de vuelo de mi madre (en aquella época se llevaban así), y la ceñía a mi cuerpo con pinzas de tender la ropa. Me colocaba el mantón de andar por casa de mi abuela y en la cabeza me ponía bien sujeto un clavel rojo reventón. Y ya no era yo, mira tú, lo mismo era la Juanita Reina, que la Marifé de Triana, que la Gracia Montes (la Pantoja no porque entonces no había salido todavía), y cantaba delante de mis amigas paseándome por el improvisado escenario que era la tarima de la mesa de camilla, bien colocada en medio del patio, y con las consecuentes peleas con ellas por no querer dejar de actuar para que entrara la siguiente, porque lo hacíamos por turnos. 

 Pero mira, nunca se me quitó a mí esa espinita de tener un traje de flamenca para ir a la feria. Ya demasiado era que mis padres nos llevaran a ella y nos subieran en el Látigo, La noria, El Carrusel y poco más porque tampoco había las sofisticadas atracciones que hay hoy. Luego, a la vuelta, nos compraban un algodón a cada una, uno rosa y otro blanco, y siempre discutíamos porque nos gustaba más el de la otra.

Ocurrió que cuando las dos nos hicimos mayores y comenzamos nuestras andazas por el mundo laboral, teníamos un poco más de desahogo, así que mi hermana se compró tela para hacerse un traje de flamenca con la ayuda de una vecina que era modista. Yo decidí que no lo quería porque con ese dinero prefería una mantelería de lino muy linda que había visto en Tejidos Hernández, para guardarla en el baúl donde acumulaba mi ajuar de novia. Pero mi hermana puso en práctica eso del traje.

 Un día, cuando regresé del trabajo no había nadie en casa, y encima de la cama de mis padres estaba el tgraje de flamenca. No estaba terminado, o sea, no tenía las costuras cosidas definitivamente, sino simplemente hilvanadas. Supuse yo que era para que mi hermana se lo probara y si fuera necesario rectificar. En esto llegó mi novio para salir a tomar café (muy aficionado a la fotografía), y yo le dije, “mira niño el traje de mi hermana, es bonito ¿verdad?” y como una iluminación se me vino a la mente el ponerme el traje y que él me fotografiara. Claro, no contaba yo (o no quise contar), con que siempre he tenido dos o tres kilos más que mi hermana. Además ellas era “cinturita de avispa” y yo no. Por el contrario yo estaba más bien dotada que ella de busto. 
Pero bueno, que todo eso me importó poco y me puse el traje. Y nada, mi novio haciéndome fotos a diestro y siniestro y yo posando. 

 Lo peor vino cuando me lo quité. Mira, le había reventado todas las costuras y el traje estaba hecho varios pedazos sin unir. ¡Dios, que pánico me entró! Inmediatamente tomé aguja e hilo para recomponer la tragedia. Y en eso estaba cuando llegó ella, mi hermana. El momento ése lo tendré de por vida grabado en mi mente. Al principio se enfureció, luego me insultó, y no me pegó porque ya éramos muy mayores para pegarnos, que de pequeñas bien rápido que llegábamos a las manos, y por último se echó a llorar y se pasó tres días llorando. ¡Pobre hermana mía! ¡Como me dolía a mí su pena y mi insensatez!
 No sabía yo que hacer para consolarla, pero nada, ella no quería saber nada de mí. Aún me duele recordarlo. Al final la modista le arregló el traje y con el paso de los días las aguas volvieron a su cauce. 

 Yo todavía no me he perdonado. 

 Y para muestra aquí dejo una foto del día de la tragedia.

37 comentarios:

  1. No creo sea mandurez sino simplemente el impulso de disfrutar de esas pequeñas cosas que nos gustan y que nos llaman el atención. Una dulce e irresistible tentación en la que solemos dejarnos caer.

    Un besazo enorme!

    ResponderEliminar
  2. Me ha encantado, me he reído y he visto las reacciones tan vivas de las dos hermanas.
    Te he comprendido muy bien, tu reacción fue muy natural pues uno no piensa en todas las consecuencias.
    La foto es un buen recuerdo de ello.
    Me ha gustado imaginarte cuando te vestías y disfrutabas con los disfraces que te hacían pensando que ya tenias tu traje.
    Creo bien que ahora estáis de ferias, pues felices y que disfrutes de ellas.
    Besos

    ResponderEliminar
  3. Preciosa historia que más o menos hemos vivido alguna vez, de forma muy parecida.
    Besicos muchos guapa

    ResponderEliminar
  4. Beautiful and touching story of his youth.
    Memories are still vivid ...
    Greetings and wish you a wonderful weekend.

    ResponderEliminar
  5. Hay que ver como guardamos en la memoria las pequeñas rustraciones de la infancia...

    ResponderEliminar
  6. Dani, puede que tengas razón pero también un poquito de inmadurez por mi parte hay.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  7. Mari-Pi-R, gracias, me alegro que te haya gustado. Yo disfrutaba como una enana disfrazada de "mamarracho".

    Y gracias tb por desearme buena Feria.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  8. Mi artistaza, mi enana disfrazada de "mamarracho",es que lo de artista te viene desde pequeña,he disfrutado esos recuerdos que has traído hoy,sin duda el disgusto fue enormeeee,pero aquí entre tu y yo nadie te quita lo baila'o y esa fotografía preciosa y entrañable....Guapa de toda la vida amiga.
    Besos.

    ResponderEliminar
  9. Entrañable episodio. Muy comprensible para las que ya tenemos una edad, y hemos más o menos pasado por épocas de escasez, aquellas épocas de los niños de la post guerra.
    Creo que tu hermana acertó en la inversión del dinero. Tu mantel, que no dudo era precioso, y a ti te ilusionaba porque había un novio por enmedio, con la ilusión de la planificación de un hogar y todo lo que esto conlleva. ¿Pero no hubiera servido cualquier mantel quizá más humilde como nos eneña la juventud de ahora mucho más práctica de lo que fuimos nosotras?.
    Gracias por tus recuerdos, Verdial, nos han revivido algunos nuestros.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  10. La Casa Encencida. Cierto, creo que nuestra generación ha vivido más de una vez estos episodios.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  11. Pantherka, me alegro mucho que te haya gustado.

    Besos

    ResponderEliminar
  12. Maríajesúsparadera, efectivamente, a esas edades somos como esponjas: lo absorvemos todo y lo dejamos ahí guardado, para sacarlo de cuando en cuando...

    Besos

    ResponderEliminar
  13. América, creo que a todos los niños les gusta disfrazarse, de lo que sea, pero disfrazarse... y que recuerdos tan buenos nos dejan.

    Sabes, he tenido luego vestidos de flamenca y ya no era tanta la ilusión.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  14. La Gaceta Flamenca-Ramona, cuanta razón llevas respecto a lo de la mantelería, pero ya sabes, se nos pone una vendita en los ojos y no vemos nada.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  15. Una historia preciosa, amiga, plena de vivencias y de sentimientos. Y la imagen quedó igualmente preciosa.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  16. Antiqva, tú lo sabrás bien: lo que capta el objetivo queda vivo para siempre.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  17. Afortunada tú que tenías una hermana con la que compartir estas sensaciones y alguna que otra pelea. Yo sí tuve traje de flamenca desde pequeña, pero no una hermana que se lo quiso probar. Aún sin saberlo seguro que en aquellos años pudiste ser muy feliz. Precioso relato.

    ResponderEliminar
  18. Verdial, para mí es un placer devolverte el saludo. Tenía La Perrera abandonada, es verdad. Acabo de actualizar, y me vas a permitir que te dedique la entrada.

    Yo tengo tres hermanas, pero ninguna ha sido aficionada a los trajes de gitana, e incluso raramente se pintaban, así que no tengo recuerdos de cosas semejantes. Eso sí, se peleaban de lo lindo y de lo feo cuando una se ponía la ropa de otra.

    Bueno, un beso, Verdial. Hasta pronto.

    ResponderEliminar
  19. jajajajajaja, Verdial qué relato tan simpático y entrañable. Qué no te has perdonado? jajajajaja. Lo hecho me parece de lo más normal, una tentación...

    FELIZ FERIA!!

    Y muchas gracias...

    besos mil

    maite

    ResponderEliminar
  20. jajajaja, que preciosa historia, retazos pudieran ser de cualquier hogar y de cualquier par de hermanas, me ha recordado muchas historias propias, y no te preocupes mi linga gitana ...yo hubiera hecho lo mismo...vamos no me aguanto yo ante un traje de gitana por nada del mundo, te diré...aún es un sueño que no he podido cumplir, tener un traje muy, muy lindo de gitana y cada año cuando llega la feria de abril aún estando en León lo quierooooooooooooooooo y después siempre digo "para el año que viene" jejejeje, asi es que si le cojo yo el traje de tu hermana me lo apropio también, además que estás guapísima de gitana con inmadurez y todo jajajaja, (si nos oye tu hermana, nos brea).
    Abrazotedecisivo lleno de afecto a mitad de semanita guapa.

    ResponderEliminar
  21. No podría llamarlo inmadurez de manera tajante, si bien es cierto que puede haber algo de eso. Es decir, dadas las circunstancias (y los antecedentes de tu deseo frustrado de infancia), tu proceder puede sonar justificado... incluso hasta lógico. Y si tu hermana tenía el mismo deseo, creo que ella mejor que nadie podía comprenderte, aunque quizáno justificarte.


    Fiel a tu costumbre, un texto delicioso. Y, en lo personal, ha sido especialmente agradable el mirar de nuevo la imagen de quien se estima tanto, en un pasado tan glorioso como el presente.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  22. A mi madre le encantaba vestirme de flamenca, gitana decíamos allá, pero no guardo ninguna foto.
    Y hablando de otro tema que has tocado, cuando llegué a España me llamó la atención, que, al menos en Canarias, las chicas iban guardando lencería de hogar "para la dote" aún sin tener novio. Por supuesto que yo me negué a eso, prefería gastarme el dinero que ganaba en ropa que iba a utilizar, que ya para estrecheces las que había pasado unos años antes.
    Saludos y que tengas una buena semana.

    ResponderEliminar
  23. Josefina, efectivamente era muy feliz y guardo unos recuerdos muy entrañables de mi infancia junto con mi hermana (a pesar de las peleas). Igualmente con mi hermana menor, aunque con ésta, por la diferencia de edad, ya no había peleas, yo era más como una madrecita.

    Te quiero amiga del alma.

    ResponderEliminar
  24. Antonio, por qué será que todos los hermanos de pequeño se pelean?. Desde luego lo más importante es que esas peleas cesan cuando se llega a la edad adulta.

    Un abrazo para Cisco y para ti.

    ResponderEliminar
  25. Mª Teresa Alejandra, me dás ánimo al decirme que lo ves de lo más normal. Yo aún tengo clavada esa espinita.

    Besos.

    ResponderEliminar
  26. Sara, querida, que guapísima tienes tú que estar vestida de flamenca, morenaza de ojos morunos... Si viviera Romero de Tores sin duda te plasmaría en uno de sus lienzos.

    Un abrazo, guapa.

    ResponderEliminar
  27. Jerry, no has puesto tu nombre con enlace y en este momento dudo si puedes ser uno u otro de los que conozco. No sé si llegarás a leer esta respuesta a tu comentario (entrañable) pero si lo haces ¿me puedes aclarar que Jerry eres?.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  28. Lola, verdaderamente ahora nos parece absurdo eso del ajuar, y ya en mi juventud también, pero creo que éso viene de antiguo, de cuando no se tenía para comprarlo todo junto y las madres iban haciéndolo poco a poco para sus hijas.

    Besos.

    ResponderEliminar
  29. Hola de nuevo, Verdial...

    No he puesto el enlace de mi blog porque, sinceramente, hace ya mucho que lo tengo abandonado, mas no olvidado. Es como que uno se resiste a dejar atrás algo que fué (y es) parte de la vida. A veces lo visito y con nostalgia veo avatares y comentarios de personas tan queridas y que ya no están más ahí.

    No están más ahí, cierto, pero siempre estarán aquí, en la mente y en el corazón. Y yo no le he perdido la pista jamás a quien siempre consideré la mejor.

    Por fin me animé a dejar un comentario, a pesar de siempre haber permanecido como espectador que mira en silencio y a la distancia, o que observa desde la calle a través de una ventana al castillo de tu ingenio.

    Soy lo mismo de antes. Un Moreno del 71.

    El mero hecho de que quizá me recuerdes es ya un verdadero honor para mí. Te lo agradezco de todo corazón.

    Y, con tu permiso, seguiré disfrutando tu escritura mientras nos permitas hacerlo. Siempre ha sido un placer.

    A veces, he de confesarlo, un nostálgico placer.

    Con todo respeto:


    Gerardo.

    ResponderEliminar
  30. Pues no te quedaba nada mal el traje. Tenías buenas cintura y eras una bella damita.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  31. Hola Verdial, que bella es esa capacidad de la infancia de dejar de Ser y Ser Otra tan sólo con unos cuantos básicos implementos. Bueno, que no fue para tanto digo yo como para no poder perdonarse ¿eh?, comprensible es que una prenda tan anhelada ( y todo lo que ella simboliza y representa y el mismo deseo incumplido sobre todo )te haya seducido sin medir los riesgos ni las consecuencias... como si hubieses vuelto a ser niña, precisamente.
    Hermoso el flamenco, la danza y los trajes y la música y los cantos.
    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  32. Gerardo, también yo he entrado en tu blog muchas veces y no he visto nada nuevo. Me alegro mucho que estés aquí, sabes que eres uno de mis escritores favoritos y quiero que sigas siéndolo. Tú vales.
    Y sí, siempre has estado en mi mente.
    Sigue escribiendo por favor.

    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  33. Gracias Moderato, me miras con buenos ojos.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  34. Eva Magallanes, llevas razón. A veces nos puede todo aquello que tuvimos contenido.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  35. Hola de nuevo, Verdial (no me acostumbro a llamarte así, jajajaja):

    El blog mío que tú conoces está abandonado. El año pasado abrí uno nuevo, pero apenas si habré publicado cuatro o cinco cosas. Ya no me gustó el formato de la plataforma, que es diferente a lo que yo conocí, además que se vino una racha de trabajo muy pesado que me impidió seguir escribiendo como yo quisiera.

    Tengo pensado abrir otro, quizá lo haga aquí en Blogger. En todo caso, serás la primera en saberlo. Cuando tenga el enlace te lo dejaré aquí mismo, en el tuyo.

    Me alegra que me recuerdes, de verdad. Es, lo sabes, un verdadero honor para mí. Gracias.

    Un abrazo.

    Gerardo.

    ResponderEliminar
  36. Hola de nuevo, amiga...

    Sólo para cumplir lo que te prometí: http://elcuartomovimiento.blogspot.mx/

    A ver qué sale de todo esto.


    Un abrazo.


    Gerardo.

    ResponderEliminar
  37. Un bonito sueño cumplido, las ilusiones de la niñez son lo mas bellos sueños a cumplir.

    ResponderEliminar