martes

Las Vacaciones De Eugenia


(oleo "Maleta con Paraguas" - M. Valcarcel Ovelleiro)
Termina Eugenia de hacer su equipaje y se queda un rato mirando al raso techo, pensando si ha olvidado algo. En el piso de abajo oye a sus nietos alborotar y a su nuera intentando poner orden, apremiando para que ellos también terminen su equipaje, que en cuanto el cabeza de familia llegara del trabajo partirían de vacaciones.
Eugenia recuerda de repente que no ha guardado el neceser de sus medicinas, las píldoras para la tensión, las cápsulas para la insuficiencia coronaria y las jeringas para la insulina. Eugenia hace ya tiempo que es diabética y aún no tiene valor para inyectarse ella sola, cosa que obligatoriamente necesita cada día. Es por eso que desde hace ya tiempo, y a raíz de que su esposo partiera hacia ese otro mundo (que ella está segura que existe), pasó a convivir con la familia de su hijo.

Al principio le costó mucho. Al principio y ahora, porque aún no se adapta a vivir en un hogar que no es el suyo propio, que aunque sea el de su hijo ella se siente como apartada, como si a veces molestara o no fuera muy grata su presencia. Y eso que ella se desvive por ayudar, por echar una mano a su nuera en las tareas cotidiana, ya sea zurciendo calcetines, planchado ropa o preparando la cena. Pero no, no se siente integrada.

Se sienta Eugenia en el borde de su cama, al lado de su maleta y contempla el retrato ya casi de color sepia que conserva de su Alfonso. Posa Alfonso sentado en un sillón, con un macetero al lado y un cigarrillo entre los dedos. (“¡Ay Alfonso, que sola que me dejaste!”).

Abajo se oye la disputa de los niños sobre dónde van a pasar las vacaciones.
- Iremos a Gandía, como todos los años.
- Que no, que papá ha dicho que este año nos iremos a Cádiz ¿verdad mamá?
- Pues yo quiero una habitación para mí solo en el apartamento de la playa…
Toda una algarabía que a Eugenia la deja un poco indiferente. No tiene ella el ánimo como los niños, que de todo hacen una fiesta.

Suena el timbre de la puerta, síntoma de que ha llegado su hijo y ella baja a recibirlo, como siempre, y también como siempre su nuera se le ha adelantado y le está dando instrucciones de la ruta mejor a seguir, porque su nuera, licenciada en ingeniería de caminos, canales y puertos, es la que escoge siempre la ruta, y no porque tenga que ver con su carrera, piensa Eugenia, sino porque le gusta imponer su voluntad. Pero a eso Eugenia no tiene nada que objetar, ya se guardaría ella de hacer algún comentario, que no es cosa de meterse entre la pareja.

Comienza la procesión para meter las cosas en el coche, toda una odisea de idas y venidas de la casa al auto, pero eso sí, entre risas y alegrías, dispuestos a disfrutar de las merecidas vacaciones a las que tanto los niño como los mayores tienen derecho. Un mes de relax y de diversión para regresar luego como nuevos.
Ya todos acomodados en el auto Eugenia se persigna como hace siempre, por eso de que no les pase nada durante el viaje.

Y el coche se pone en marcha y emprende destino con dirección a la costa.
Cinco kilómetros recorridos, diez, veinte, veinticinco… al llegar a los treinta se desvía a una carretera secundaria poblada de árboles a cada lado. Es una carretera recta que desemboca en un edificio enorme, insinuando que tiempos pasados fueron mejores.
Su hijo para el coche en la puerta principal.

- Vamos mamá, que ya hemos llegado.
Eugenia baja del auto y toma la maleta que le entrega su hijo.
- Verás que cómoda te encontrarás aquí mamá.
- Si hijo, por supuesto.

Y el coche arranca y se pone en marcha de nuevo continuando su viaje, y Eugenia se queda allí sola, con su maleta, sus píldoras para la tensión y sus cápsulas para la insuficiencia coronaria, y por supuesto con la insulina.

Y antes de entrar mira hacia la fachada del edificio y lee el letrero de grandes letras:
“Santa Catalina, Centro para la Tercera Edad”.

Tengo que agradecer al Maestro Scriptoria el premio que me ha otorgado "El Blog de Oro", que a pesar de que creo que no lo merezco, porque hay otros blog muchísimo mejores que el mío, reconozco que me ha hecho mucha ilusión, sob re todo viniendo de quién viene.
Por mi parte, que os voy a decir, que me gustaría ortorgarlos a todos y cada uno de vosotros, porque adentrarse en cada uno de vuestros blog, es como entrar en otra dimensión que borra de la mente todo lo negativo que pueda haber, pero sólo tengo cinco opciones para entregarlo, así que ahí van:

Juan Duque (Luz De Gaz)
Antonio (La Perrera)
Manolo Navarro (De Nostaltia Y Otras Tristezas)
Nani (La Casa Encendida)
Herodes (Herodes, Rey De La Calle Anchalaferia)


16 comentarios:

  1. A la historia que nos cuentas hoy sólo se me ocurren dos adjetivos: tan triste como real.
    A tu trabajo: genial, como siempre.
    Por lo del blog: Enhorabuena y gracias por tus buenas intenciones.

    Saludos flamencos desde Cáceres.

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  2. Muchas gracias por darme la oportunidad de venir a conocerte. Me ha gustado tu bitácora, tiene calidad, algo que no abunda por la blogosfera.
    Un saludo afectuoso de un andaluz en Catalunya.

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  3. Un relato que nos resume la situación de muchas personas,un llamado para que quienes leemos este blog,un mensaje que espero llegue a muchos,no somos inmunes a vivir un capitulo así en nuestras vidas,felicitaciones por tu premio bien merecido,y bien otorgado a otros.

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  4. Acabo de entrar en este espacio a través del blog de Pedro y la verdad es que me ha sorprendido gratamente, así que mi enhorabuena por este soplo de frescura.

    Un saludo.

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  5. Hoy se me han saltado las lágrimas, es que es muy duro toda una vida de generosidad para sentirse una extraña y un estorbo.

    No hagas estas cosas que me pongo muy mal, por favor.

    Menos mal que después me he encontrado toda una sorpresa, el que te hayas acordado de mi.

    Mil gracias ahora mismo lo pongo en el blog

    Gracias maestra

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  6. Hablando de premios en mi blog hay un detalle para ti,me toco esto de repartirlos y sin duda tu blog lo merece.

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  7. Madre mía!!! Cómo me has dejao hija mía. Casi sin respiración con ese final que sucede más a menudo de lo que quisiéramos. Vivo cerca de una residencia de ancianos y jovar, real como la vida misma.

    Merecidísimo ese premio. Escribes como los angeles. No dejes de hacerlo nunca.

    Un besazo del indomable Dani Hunting

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  8. Me he llevado unos minutos aquí mirando el formulario de los comentarios porque me he quedado pensando en Eugenia. En que no va a tener las vacaciones de su familia pero que se lleva la foto de su Alfonso, que es su refugio.

    Y he pensado en muchas cosas más, pero como son cosas que no has escrito, sino que están ahí y se sienten... pues no las puedo escribir.

    Pachelbel perfecto ;). COmo la historia y el texto.

    Besos.
    P.D.: El premio bien merecido y ¿yo maestro? :) gracias pero no, sigo aprendiendo de todos :)

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  9. Hola,
    Primero felicidades por el premio, sí que lo mereces. :)
    Te cuento algo: mi hija tuvo un accidente hace poco más de un año, mi madre vive conmigo,tiene 93 años, tardé 15 días en ir a buscar a mi hija, no me sentía con valor para dejar a mi madre en manos de alguien desconocido, mi hija estaba atendida pero sabía que me necesitaba, fueron días horribles para mi porque mi corazón y mi cabeza no se ponían de acuerdo, terminé poniendo a mi madre en una residencia por unos pocos días mientras yo arreglaba el traslado de mi hija, finalmente fui a buscarla.
    A pesar de lo que te comenté en el post anterior, hay cosas que no puedo hacer.
    Un saludo afectuoso.

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  10. Mas que un relato, es un mensaje de reflexión...

    Bien merecido tu premio,mis mas sincera felicitacíon querida Verdial.

    Saludo Cariñoso

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  11. Verdial, ¡qué relato...! ¡Cuánto tendría yo que contar al respecto! ¡Cuántas y tantas versiones como esta y al contrario se han escrito!
    Tu versión es preciosa, pero por desgracia muy triste.

    Tengo que darte las gracias por ese premio. ¡Me cachis, me siento abrumada!
    Muchísimas gracias, vuestros mimos me hacen muy feliz, aunque no creo ser merecedora de ellos.
    Besicos preciosa

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  12. Ójalá que las vacaciones de Eugenia fuernan ficción, pero resultan ser más reales que la propia realidad.


    Un premio más que merecido, verdial. Muchísimas felicidades.

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  13. Hola
    Amiga, cuántas Eugenias y Eugenios surgen en estas fechas'
    Ni te lo imaginas!
    Algunas Eugenias pasan las vacaciones en las salas de observación de un servicio de urgencias de cualquier hospital.
    Haciendo de nuestros mayores Eugenias/os hacemos el molde de lo que seremos en un futuro.(algunos en un futuro no muy lejano)
    Cielo un biquiño desde Coruña.
    Diana

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  14. Pedro Delgado, no se cual de los dos adjetivos que usas duele más, el triste o el real.

    Felipe, gracias a tí por venir. Descubrí tu blof por casualidad y quedé encantada, tanto por las imágenes como por las palabras.

    América, gracias por tu felicitación. Espero que el mensaje llegue aunque no se ponga en práctica. Yo soy de las que presiento que terminaré como Eugenia.

    María Azahar, gracias por encontrarme, ya que yo no fui capaz de encontrarte a tí.

    Luz de Gas, también yo lloré cuando escribí el relato, pero tú me llores. Te promero que la próxima entrada tendrá un tinte totalmente distinto. Y es que para bien o para mal, en la vida tenemos experiencias de todo tipo.

    Dani, estoy segura de que más de una vez al pasar junto a esa residencia has pensado en algo similar a Eugenia.

    Adr, los verdaderos maestros nuncan dejan de aprender.

    Lola, me pongo en tu situación e imagino como te puedes haber sentido. La vida a veces nos pone en una diyuntiva y no tenemos más remedio que optar por una opción. Lo importante es tenerlo claro.

    Noche Hermosa, gracias por tus felicitaciones. En efecto, invita a la reflexión.

    La casa encendida, no me des las gracias. Te lo mereces.

    Sirena Varada, desgraciadamente, y aunque en este caso es un relato inventado, no deja de tener una base de realidad por algo que en su día me contó mi padre.

    Cuanta razón llevas Diana. Que poca caridad tenemos para con nuestros mayores.

    Besos y buenas noches para todos.

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  15. Triste y recurrente historia amiga Verdial, llevada con la dignidad de quien sabe no merecer ese trato.

    PD: Se me olvidó decirle que el hombre con escamas era de Liérganes.

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  16. Antón Abab, gracias por tu aclaración sobre el hombre pez. Hace mucho que lo leí y se me suele ir el santo al cielo con frecuencia.

    Saludos

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