("Abadía en el Robledal") - Caspar David Friedrich - Oleo sobre tela - Charlotte Nburg Berlín)
A pesar de que cada vez mi conciencia se volvía más clara, como contrapunto mi confusión iba aumentando. ¿Y porqué no abro los ojos y compruebo que pasa? ¡Qué estupidez no haberlo pensado antes! Pero mis párpados pesaban como lozas y no respondían a las órdenes que le enviaba mi cerebro. Un esfuerzo… Nada. No era capaz de abrirlos. De nuevo puse todo mi empeño… Nada. Definitivamente por alguna razón que escapaba a mi comprensión mis ojos se mantenían cerrados; bueno cerrados pero no del todo; yo diría que semicerrados porque a través de una muy pequeña abertura podía observar mis manos que descansaban una encima de otra sobre mi pecho. Quise probar con mi voz y preguntar a gritos que demonios pasaba. Lamentablemente para mí tampoco era dueño de mi voz, que se sublevaba como un niño rebelde a salir de mi garganta.
Inútiles mis esfuerzos por gritar; parecía que mis sentidos se habían declarado en huelga. Una huelga cruel e injusta sin un motivo coherente ante mi cerebro.
Entonces quise sujetarla del brazo para retenerla junto a mí, más tampoco mis brazos se movieron de la posición en que estaban. Ella permanecía a mi lado, intuyo que observándome y ¡Dios Bendito, estaba llorando! Escuché como sollozaba discretamente y una lágrima cayó en mi mejilla. Por entre la ranura que permanecía abierta entre mis párpados vi que alguien se acercaba a ella y la retiraba tiernamente con unas palabras que me parecieron de tono dulce, pero que no logré descifrar.
A pesar de que mi sentido de la percepción era total no lo era sin embargo mi capacidad de descifrar las frases que se emitían a mí alrededor.
De nuevo pasos que se acercaban, más esta vez no traían consigo el resonar de tacones. Eran pasos fuertes y firmes. Pasos de hombre que se detuvieron al llegar hasta mí. Sentí cómo me cogían por los hombros y por las piernas y me elevaban de la cama en la que estaba postrado. La cama que en definitiva no era la mía. Un tumulto de sollozos en grupo inundó la estancia mientras me depositaban en otro lugar, un lugar estrecho y duro que me aterrorizó. De repente la estrecha abertura de mis ojos dejó de ver la claridad. Habían colocado una tapa sobre el nuevo lecho en que me encontraba y todo se volvió oscuro.
Y por los entresijos adormilados de mi mente se abrió paso la cruel e inmisericorde realidad: Estaba muerto. O ellos creían que estaba muerto.
A partir de ahí todo ocurrió con una velocidad vertiginosa. Yo ya era totalmente consciente de mi situación. Quería gritar que no estaba muerto pero la voz no me respondía. Quería golpear la tapa con todas mis fuerzas para hacerme oír pero mis miembros permanecían inertes.
Por los movimientos que percibía sabía que me llevaban dentro de un coche y con un destino, intuía, que me resistía a aceptar. Quise llorar pero no salían mis lágrimas.
Y quise morir de verdad cuando sentí que me bajaban con un vaivén que se me antojó brutal y aterrador. Y quise perder la conciencia cuando escuché el siniestro sonido al colocar la piedra de mármol sobre la que ya sabía sería mi última morada.
En mi mente resonó el grito desgarrador que no fue capaz de expulsar mi voz: ¿Por qué, Dios? ¿Por qué????
Y aquí estoy. No se el tiempo que ha pasado. He perdido la noción de él. He aceptado mi inmovilidad, mi desgracia y mi inmisericorde destino. He renunciado a rezar y a suplicar que mi fin llegue pronto para liberarme de este hilo de vida que me queda y que dejó de existir ante el mundo porque mis súplicas no han sido oídas.
Tan sólo espero desesperadamente. ¿Qué otra cosa puedo hacer?
Que desesperación e impotencia pensar que pudiera ocurrireste caso.
ResponderEliminarY vaya lo apropiado del relato con el día de todos los santos, chiquilla eres la repanocha montá en bicicleta!!
Me ha encantao, aunque me has encogio el alma, jaja.
Besicos muchos
Como has logrado engancharme desde el principio con el relato, y también me has encogido el alma, como a Casa Encendida, qué angustia, madre mía.
ResponderEliminarTe felicito por el relato.
Un beso.
Buffffffffffff, tenebroso a tope, no soporto el dia de todos los santos, me pone el alma muy mal... y me da por pensar cosas horribles, no soporto los cementerios....prefiero descansar en bosques y playas para siempre....por eso el d'ia de los santos marcho al monte, bien alta, para otear el horizonte y no tener las sensaciones esas tenebrosas....tu relato aunque tenebroso, buenisimo, has conseguido trasmitir y meterme esta tension y angustia en el cuerpecito mio... y en el alma mia.
ResponderEliminarPerdon estoy en un teclado que ni tiene acentos ni la letra 17 del abecedario jejejeje, asi es que mil perdones.
Abrazotedecisivo otonal y nada tenebroso eh!!! mi estimada verdial.
Precioso Verdial!
ResponderEliminarQue gran facilidad tienes en hacernos vivir tus relatos. Me ha gustado mucho como has representado todo el paso al otro mundo. Siempre esta presente en ti y no hay que olvidar los que nos han dejado, ya que nos ayudan cada día.
Un beso
Ayyyyyyy espeluznante...Que se me queda el miedo metidito en el cuerpo,una larga agonía con la conciencia intacta,sobrecogedor relato que no ha estado lejos de la realidad sobre todo en otros tiempos donde era más difícil certificar efectivamente un fallecimiento.
ResponderEliminarUn infinito silencio y un deseo como nunca para que llegue el final definitivo,morir dos veces.
Muy buen guapa!
Verdial...has descrito con maestria un relato de angustia por la inmovilidad.... darse cuenta de que uno asiste a su propia muerte sin morirse...
ResponderEliminarNo quiero pensar lo que puede ser estar vivo y metido en la caja ...Tiempo atrás si pasaba en los ataques de "Catatonia"
Muy bien,Te saludo.
¡Ayyyy! Para mí, el terror definitivo.
ResponderEliminarLeñe, no lo cuentes tan bien! :)
Ay que angustia, por lo menos puede bloguear.
ResponderEliminarQue bien escribes Verdial.
Besos
Uffff...Te voy a ser completamente sincera. Después de cenar y tener las cosas recogidas. Me gusta sentarme delante del PC a tomarme una taza de té mientas os voy leyendo.
ResponderEliminarPues no he podido ni tomar un sorbito mientas leía este increíble relato tuyo. Me tenías pegada como con loctite a la pantalla..
¡¡Qué angustia, por favor !!!
Bueno, ahora que ya que me he relajao, voy a tomarme ese té.
Un besazo.
No tienes nada nuevo, preciosa, pero te dejo mis saludos con un besazo.
ResponderEliminarNo me gusta pensar en la muerte es lo mismo que pensar en la soledad.
ResponderEliminarESTUPENDO RELATO un beso fuertee
Tienes un don especial al recrear tus historias, me siento como si no estuviera leyendo, como si estuviera viviendo la angustia eterna de permanecer en tan estrecho lugar y es que pensar en espacios pequeños me produce claustrofobia, aun así, disfrute de lo lindo...
ResponderEliminarabrazzzusss
Vaya, amiga, que historia tan tremenda... Nos has enganchado desde el primer parrafo y nos han enviado a un mundo terrible pero posible, que es lo peor.
ResponderEliminarUno quiere pensar que hoy estas cosas ya no suceden, pero es sabido que en el pasado existia un miedo inmenso a que a uno le pasara eseo. Alguna vez escuche decir que "capilla ardiente" era porque en algun momento quemaban al difunto para ver que estuviera muerto realmente...
Un abrazo, amiga
Verdial, y pensar que esta experiencia tan abrumadora e insoportable puede suceder, creo se llama catalepsia.
ResponderEliminarComo siempre, un relato bien escrito que va atrapando y llevándote a su ritmo. Siento es una fantasía horrorosa que está en el inconsciente colectivo. Hay historias de ataúdes rasguñados que demostrarían que la persona enterrada no estaba muerta y en Chile hubo un caso de un joven que fue dado por muerto en un hospital y lo llevaron a la morgue del mismo y estando allí ¡despertó!.
Abrazos y a morirse bien muerto cuando llegue la hora!
Es uno de los terrores más difundidos; seguramente habra oído hablar de una película llamada: Buried, que quiere decir: enterrado. En ese film, el protagonista "vive" una circunstancia parecida, pero tiene un móvil y lo intentará hasta el fin
ResponderEliminarDebe ser desesperante una situación de esas; de hecho, al leer su relato ya sentí un escalofrío ante la posibilidad
¡Uf, qué desesperación! Lo has narrado magistralmente, en muchas ocasiones me has recordado a Poe. Y una fecha muy apropiada para publicarlo.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Verdial ,ha sido un viaje lleno de intriga y desesperación .
ResponderEliminarBesos.
Qué bien está planteado desde el principio. Una vez tuve una novia que decía que cuando ella muriese la metieran en un féretro de cristal y que por dentro tuviera un martillito a un lado, por si acaso...
ResponderEliminar:D Y yo pienso que cuando te llega la hora... te llega y da igual todo :D
Besos
Te dejo aquí un besazo grande deseándote una feliz semana.
ResponderEliminarMagnifico relato.
ResponderEliminarEsperemos que el final no sea así, de lo contrario el aburrimiento podría llegar a ser eterno.
Los americanos, ¡cómo no! inventaron un ataud que después de cerrado se soltaba un gas venenoso para si el difunto no era tal, al respirarlo se fuera de este mundo definitivamente sin mucho sufrimiento. Otros dicen que le dejan el móvil al difunto. Yo quiero que me incineren.
ResponderEliminarMi madre me contaba de un par de casos que hubo de catalepsia, que se descubrío al exhumar los cadáveres. Eso tiene que ser horrible, sobrecogedor como tu relato.
Besos y sigue escribiendo así de bien.
La verdad hermoso, exelente relato. Me has atrapado, un poco tenebroso pero con todos los elementos necesarios como para no poder moverse de la pc. besos
ResponderEliminarhttp://el-ser-bohemio.blogspot.com/
http://mi-adn.blogspot.com/
Has hecho una descripción genial, latido a latido, de la peor de las pesadillas desde el punto de atención más desesperante: el afectado. A mí me habría dado miedo incluso escribirlo.
ResponderEliminarUn abrazo.