(Fotografía "Anciana con Niña"-Autor desconocido)
Que buena que era Pepa, oye. Mira, se pasaba casi todo el día cruzando la calle para venir a mi
casa e interesarse por si nos faltaba algo.
casa e interesarse por si nos faltaba algo.
Claro, como ella sabía que la economía de casa no era muy boyante y que el trabajo de mi padre no daba para mucho, pues eso, que la buena mujer nos daba muchas vueltas, y no es que ella nadara entre el oro y el moro, que va, ni mucho menos, a sus cincuenta y pico de años y con cuatro hijos ya mocitos y todos metidos en casa no tenía para dar y regalar, pero ella era así, bondadosa y desprendida de sus cosas si podía hacer un bien a los demás.
Casi todo los medios días llegaba a casa con una cacerolita llena de un poco del almuerzo que había hecho. Mira Lola, le decía a mi madre, que resulta que he cocinado hoy tal o cual cosa y me salió mucha cantidad, y me dije, que pena tener que tirarlo, voy a ver si lo quiere Lola y lo aprovecha con sus niñas….
Excusas que ponía ella para pasar por alto ante nuestros ojos que era consciente de nuestra situación.
Excusas que ponía ella para pasar por alto ante nuestros ojos que era consciente de nuestra situación.
Pues sí, era muy buena Pepa. Siempre andaba con el pelo canoso recogido en un rodete y una bata negra con flores blancas, de esas chiquititas. Se vestía así porque decía que estaba de medio luto por la muerte de su madre, y que lo llevaría durante 10 años, y ya fuera invierno o verano siempre calzaba babuchas negras.
A Pepa le gustaba mucho Marifé de Triana, y vamos, todo hay que decirlo, la mujer no es que cantara muy bien, pero parece que lo le importaba, porque siempre andaba tarareando las coplas de la Marifé, tal vez por aquello de que “al mal tiempo buena cara”. Por aquél entonces se escuchaba mucho “en el arradio” Quién lo había pensar, y ella siempre la tenía en la boca.
Pasa que la pobre tuvo muy mala suerte con el marido, que andaba siempre en la taberna dándole al vino blanco. Vaya, que cogía unas “tajadas” de “ven y no te menees”. Entonces podía llegar a su casa de dos maneras: o con lo que tenía entre las piernas más duro que el Alcoyano y entonces arremetía contra la pobre Pepa para que se abriera de piernas, o bien (y esto es peor) le daba la vena agresiva y llegaba peleando con todo Cristo que se le pusiera por delante. Antonio se llamaba, pero le decían “Antoñito el de las Aceitunas” porque en las tardes se sentaba en la puerta de su casa, en una silla de eneas a machacar aceitunas para aliñarlas. A veces yo le ayudaba pero me daba no sé qué el olor a alcohol que despedía.
Yo quería mucho a Pepa porque era muy cariñosa. La pobre un día empezó a perder la cabeza y a desvariar. Nada, algo a lo que no se le dio importancia. Ni siquiera la llevaron al médico. Pero con el tiempo se fue poniendo peor hasta que la perdió del todo. Entonces hacía cosas que solo los que tienen la cabeza perdida hacen: que si desconfiaba de los hijos y creía que la querían matar, que si pensaba que le robaban dinero, que a su hija le decía madre… Le tomó odio al marido y ni mirarlo quería.
Luego le dio por hacer sus necesidades mayores en el suelo de su habitación. Lo recogía con una sábana y la guardaba encima del armario. Casi se muere su hija el día que descubrió tanta cagancia por los altillos. La pobre. Bueno, pobres las dos, la madre y la hija porque los demás ya se habían casado.
Un día se murió Pepa. Se fue llamando a su padre que decía que había venido a por ella. Su padre, que había muerto 60 años antes.
En fin, cosas de la vida. Hace ya muchos años que murió pero si vieras tú la cantidad de veces que me acuerdo de ella…. Y es que las buenas personas, aunque se vayan de este mundo, permanecen siempre en nuestros corazones.
Ay que te quiero Pepa, bendita Pepa.
Que suerte de haber conocido gente como ella y Carmela La Rata. Son las que les dan color a un barrio y a una vida.
ResponderEliminarLo has pintado de verde esperanza, algo que nunca debemos perder ni en los peores momentos, como hacía ella cantando por Marife, como Marifé misma se crece ante la adversidad.
Fantástica historia Verdial.
Besos
Pues..se me aguaron los ojitos..q historia de la vida, tan bella la pepa.
ResponderEliminarUn Abrazo Afectuoso.
Estos personajes son tan ricos,quedan en la memoria de muchos aunque su vida hubiese sido modesta,mientras leía tu relato me vino a la memoria,la tía soltera de mi padre,recuerdo su amor y dedicacion para con todos,mi padre y sus hermanos eran sus hijos era tal el amor que emanaba de ella,( se que en algún lugar están ambos).
ResponderEliminarEl tema de Marifé de Triana,perfila el personaje ,muy bello,no hace falta mas la esencia del mismo se siente,muy acertada para terminar
"Y es que las buenas personas, aunque se vayan de este mundo, permanecen siempre en nuestros corazones"
Mi Pepa se llamaba Paca, o Dolores, o Maruja... sí, cuando era pequeño (porque hubo un tiempo que lo fui), allá por los años 60 conocía a muchas Pepas; incluso hubo una Carmen (mi madre) y un Manolo (mi padre) que le pedían a los Reyes Magos para unos vecinitos y eso que Carmen (mi madre) y Manolo (mi padre) no nadaban en abundancias precisamente (éramos 3 los hijos) y Carmen (mi madre) era ama de casa y Manolo (mi padre) viajante... y yo... orgulloso perdido de Carmen (mi madre) y Manolo (mi padre) comenzaba a aprender las cosas buenas que hay que hacer en la vida y las cosas malas que no hay que hacer... porque Carmen (mi madre)sigue siendo mi guía y Manolo (mi padre) lo fue en vida y lo sigue siendo en el corazón.
ResponderEliminarPrecioso sin duda tu pensamiento.
Un abrazo.
Precioso relato, yo que soy un tanto sensible se me ha saltado una lagrimita al leerlo.
ResponderEliminarMenos mal que personas como la Pepa aún existen en este mundo.
Besitos
que gustito el pasar por tus lugares... cariños y buenavida!
ResponderEliminardonbeto
Bonito homenaje. La gente buena nuca se olvida, ¡verdad? Creo que todos tenemos en mente alguien parecido.
ResponderEliminarUn besico
¿Sabes que he podido ver a cada uno de ellos? ¿Sabes que he paseado por los lugares que no están descritos (sólo con el mirar de esas personas)?
ResponderEliminar¿Sabes que lo mejor que me ha pasado es que he podido olerles?.
Magia encapsulada en recuerdos.
Besos.
Leyendo tu entrada no he podido evitar acordarme de mi madre (falleció hace 40 años) por dos cosas: por su generosidad. Eramos nueve hermanos y siempre sobraba algo para unos vecinos y tarareaba "Torre de Arena" de Marifé.
ResponderEliminarGracias por recordármelo y felicidades por el relato, estupendo, como siempre.
Saludos flamencos desde Cáceres.
Un relato realista para una vida real.
ResponderEliminarAsí era la existencia de infinidad de mujeres de la clase obrera (soy hijo de una de ellas). Solidarias y víctimas, nunca dejaron —mientras tuvieron un mínimo destello de lucidez— que en el nido de sus almas empollara el nefasto Pájaro del Odio.
Un abrazo.
Luz de Gas, ya sabes que los vecinos de la infancia siempre son especiales, independientemente de porque sean buenas personas, porque los miramos con ojos de niños.
ResponderEliminarNoche Hermosa, tanbién yo lloro a veces cuando me acuerdo de la Pepa.
América, estoy segura de que la tía soltera de tu padre era una réplica de Pepa. Nunca debería de perderse éso ¿verdad?.
Manolo Navarro, Carmen y Manolo han sido y serán siempre tus guía, tanto el que queda como el que partió. Los padres son nuestras referencias y gran parte de lo que somos se lo debemos a ellos.
Sevillana, que verdad dices. Aunque no lo parezca, aún hay personas así por la vida. Lo importante es reconocerlas.
Memé, un placer tenerte por aquí Don Beto. Sabes que estás en tu casa.
La casa encendida. Por supuesto. Pondría mi mano a que al que ha leído el relato se le ha venido a la cabeza un conocido similar.
Adr, no me estraña nada que te hayas paseado y olido lugares y cosas que yo no he descrito. Una imaginación como la tuya puede hacer lo que le de la gana. Y te felicito por ello.
Pedro Delgado. Ya tienen algo en común tu madre y Pepa: a Marifé y lo más importante su entrega a los demás.
Antonio, también yo soy hija de la clase obrera, pero de la de entonces, la que no tenía ni leyes ni derechos ni nada. Lo poco o mucho que tuvieran y como pudieran sacar a sus hijos adelante, era mamado día a día con el esfuerzo y el sudor.
Un fuerte abrazo para todos en esta noche de agosto.
Personas buenas aún quedan. Cuesta encontrarlas hoy día pero siguen quedando. Reconozco que antes, siendo yo mu niño, era la gente más desprendida y generosa con sus vecinos e iguales. Una pena que se se hayan ido perdiendo esos valores.
ResponderEliminarUn besazo del indomable Dani Hunting
No te conocía este escrito, me ha emocionado mucho.
ResponderEliminarHay gente que tienen poco y lo poco que tienen todavía lo dan.
Pasó por lo que pasan mucha gente en esta vida, lo normal para muchos, tiempos malos, aunque actualmente todavía hay mucho de ello.
Me ha gustado muchísimo este relato tan real, sincero y lleno de ternura.
Pepa estará en un lugar descansando y mirándote cada día,
Besos fuerte Verdial