(Detalle Oleo "Miedo Blanco" - Paco Lafaga)
Oigo sus pasos deslizarse por la estancia alfombrada. Casi no emiten sonido alguno pero yo los oigo, ya no sé si debido a un sexto sentido o al pánico que me hace agudizar los cinco que tengo. Estoy asustada. No, asustada no, estoy aterrada. Acurrucada en el hueco que queda bajo la mesilla que está justo al lado del brazo del sofá, me abrazo a mis rodillas y me enrosco como un caracol, deseando serlo y poder así esconderme dentro de mi concha, alejada del peligro y del miedo.
Oigo sus pasos deslizarse por la estancia alfombrada. Casi no emiten sonido alguno pero yo los oigo, ya no sé si debido a un sexto sentido o al pánico que me hace agudizar los cinco que tengo. Estoy asustada. No, asustada no, estoy aterrada. Acurrucada en el hueco que queda bajo la mesilla que está justo al lado del brazo del sofá, me abrazo a mis rodillas y me enrosco como un caracol, deseando serlo y poder así esconderme dentro de mi concha, alejada del peligro y del miedo.
Se acerca. Sigilosa y sibilinamente se acerca. Yo no puedo verlo pero lo delata su agitada respiración y no me hace falta utilizar la vista para saber como se dilatan sus orificios nasales a cada salida de aire. Un violento resoplido se escapa de su boca al no encontrarme. Ahora veo sus piernas paradas delante de mí. El sudor frío y cortante recorre mi espalda. Noto como se eriza el vello de mi cuerpo y como miles de aguijones como puntas de alfileres avanzan galopantes por mis extremidades.
Cierro los ojos con fuerza para esconderme aún más, porque él aún no se ha percatado de mi
presencia. Avanza unos pasos hacia la izquierda y se sienta en el sofá, justo a mi lado. Entre sus piernas sostiene la escopeta de caza. Él es cazador. La punta de su pie pedalea impacientemente contra el suelo. Yo, intento no respirar.
presencia. Avanza unos pasos hacia la izquierda y se sienta en el sofá, justo a mi lado. Entre sus piernas sostiene la escopeta de caza. Él es cazador. La punta de su pie pedalea impacientemente contra el suelo. Yo, intento no respirar.
No sé el tiempo que ha pasado ni cuanto he permanecido esta situación. Mis miembros están entumecidos por mantener la misma postura. No quiero moverme.
El hace rato que comenzó su demente monólogo tan familiarmente conocido por mí.
Lo pone en marcha cada vez que consume sustancias y lo convierten en otra persona que no es él. Me insulta y me acusa de todas las barbaries que le hacen creer la irrealidad de su mente. Me dice que de ésta no me escapo, que va a terminar conmigo, que me va a enviar al lugar dónde debo estar: bajo tierra.
El hace rato que comenzó su demente monólogo tan familiarmente conocido por mí.
Lo pone en marcha cada vez que consume sustancias y lo convierten en otra persona que no es él. Me insulta y me acusa de todas las barbaries que le hacen creer la irrealidad de su mente. Me dice que de ésta no me escapo, que va a terminar conmigo, que me va a enviar al lugar dónde debo estar: bajo tierra.
Las lágrimas se escapan de mis ojos al compás del pedaleo de su pie. Intento contener el temblor de mi cuerpo y los sollozos que se agolpan entre mis pulmones. El oye algo; se incorpora y mira en derredor. Dos pasos a la derecha y de nuevo se sitúa frente mí pero aún no me ha visto. Me llega su perfume Eternity de Calvin Klein mezclado con olor a sudor y a alcohol. Un leve suspiro se escapa de mis labios. Entonces el mira hacia abajo y me descubre.
- Te cacé, perra.
De una patada vuelca la mesa y me deja sin cobijo e indefensa. Me apunta con la escopeta. Extiendo los brazos hacia el frente en un vano intento de protegerme aún a sabiendas de que es imposible, que no tengo escapatoria, que mi final está próximo….
Un fogonazo rojo-azulado ilumina la estancia y me empuja con violencia hacia detrás. Caigo de costado y el se aproxima parándose a mi lado mientras me mira.
Todo está de nuevo oscuro y una risa de locura demoníaca sale de su pecho como un estertor elevándose cada vez más en el tono. Luego todo queda en silencio.
Sé que ya casi ha terminado todo, más aún así espero unos segundos. De repente todo se ilumina y él se acerca tendiéndome una mano a la que yo me aferro con fuerza. Tira de mí y hace que me incorpore a su lado.
Entonces comienzan a sonar los aplausos y veo que una noche más el público se ha puesto de pie mientras aplaude. Tomados de la mano nos acercamos al extremo del escenario y saludamos sonriendo abiertamente.
Una noche más la función ha sido un éxito.
Vaya, vaya, amiga: te has superado con amplio margen. Me has tenido en vilo, y el final es de verdad sorprendente; es de genia.
ResponderEliminarNos colocas a tus lectores más acá de las butacas del imaginario teatro. Nos llevas al escenario y luego enciendes las luces, ja ja.
De lo mejor que he leído.
Enhorabuena. Un abrazo.
Cuanto arte por los rincones miarma!
ResponderEliminarMe seguiré pasando con frecuencia por estos lares pa impregnarme de ese verde que te quiero verde...
1saludo!
Casi ni respiraba mientras leía, no sabes el alivio que he sentido al llegar al final. Buen relato.
ResponderEliminarSaludos!
Ya el olor a Eternity me resulta empalagoso, no podías elegir otro aroma para semejante personalidad que le gusta ser el centro de todo y reirse del más debil al precio que sea.
ResponderEliminarUna entrada maestra, me has emocionado mucho.
Me he quedado verde
Besos reina
Por un momento pensé que se trataba de un sueño, pero el final esta muy bien ubicado.
ResponderEliminarGenial.
Saludos Nocturnos
Genial.
ResponderEliminarEmpiezas a leer y ya no puedes parar. Mientras lo haces pasan por tu cabeza imágenes de noticias que ya estamos hartos de que se produzcan y al final ...gracias por tan bello relato.
¡¡Ojalá fuera así en la realidad!!
Saludos flamencos desde Cáceres.
Plás, plás, plás y más plás. Yo también aplaudo, me ha encantado. Soy una forafa de los relatos con finales inesperados y tú lov has conseguido, de nuevo te digo queme ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesicos
Y éxito de pavor y pánico.
ResponderEliminarIncluso he podido oler el acercamiento y el miedo. Me he sentido esa mujer al leerlo.
Besos
Hola
ResponderEliminarTe odio, me has hecho pasar un rato muy tenso.Increíble. Alucinante.
No quiero seguir, te odio.
Un biquiño desde Coruña.
Diana.
Me uno a las felicitaciones; tremendo relato y magnífica forma de contarlo, ya que a cada frase que leía mas me enganchaba para, al final, sorprendernos de esa forma. Fantástico.
ResponderEliminarSaludos.
Verdial, después de leer todas tus historias que no había leído (tanta emoción), con esta ya me quedo para el arrastre... ¡qué tensión!
ResponderEliminarUn beso
La entrada esta publicada desde hace días ,pero hasta ahora es que me tomo mi tiempo y leo,no me imaginaba el final,ni idea,leía y pensaba en el terror de pasar por una situación de esa indole,también
ResponderEliminarcasi ni respiraba mientras leía,sonreí al final que arte!!!!
¡qué tensión!....Muy bueno.....
Excelente QUE TE DIGO!....Me encanto.
Antonio, siempre me han gustado las historias con un final inesperado.
ResponderEliminarNo sabes cuanto me alegro de que te haya gustado.
Un abrazo
Fj.mj, pásate cada vez que quieras que esta es tu casa. Te enlacé para no perderte la pista.
ResponderEliminarUn abrazo
Lola, respira hija, que no es bueno cortar la respiración. Gracias por tu comentario y porque te haya gustado el relato.
ResponderEliminarBesos
Luz de Gas, verde me has dejadotú a mí con tu entrevista en punto radio.
ResponderEliminarOle el arte.
Besos
Noche Hermosa, tal vez parezca un sueño. Es un relato, pero la verdad es que aunque el final es distinto, son tantas y tantas las situaciones que se dan cada día igual o similares...
ResponderEliminarUn abrazo
Pedro Delgado, quise darle ese final para contrarrestar la violencia del texto, que tal y como le digo a Noche Hermosa, se da continua y diariamente en la vida real.
ResponderEliminarBesos
La Casa Encencida, todo un honor que te haya gustado, siendo tú una magnífica escritora.
ResponderEliminarBesos
Adr, yo pienso que el miedo, al igual que la alegría y el dolor, puede transmitirse no solo con letras, sino simplemente estando al lado de la persona que lo genera. Al menos a mí me suele ocurrir mucho con las personas que tengo cerca. Tal vez sea cosa de la empatía.
ResponderEliminarBesos
Ay Dianita, como puedes decirme tú eso si eres una maestra de las letras. A mí me encanta leerte a tí.
ResponderEliminarBesos
Du, me quedo con eso de tremendo y no en el sentido de que te guste el relato, sino por lo tremendo de las situaciones semejantes que viven tantas personas cada día.
ResponderEliminarBesos
Sirena Varada, gracias por pasarte y por leerme, y sobre todo, por haberte gustado la historia.
ResponderEliminarBesos
Nada,,,,que yo también pase por aquí,pensé que mi mensaje no estaba publicado saludos.
ResponderEliminarAmérica, tesoro, disculpa mi lapsus. Leí tu comentario, pero por descuido lo lo metí en mi respuestas, que hice todas a la vez.
ResponderEliminarTus comentarios los tengo muy en cuenta porque lo que transmites com tu blog me demuestra que tu opinión es importante.
Un abrazo