("La niñez es la etapa en que todos los hombres son creadores" - Juana de Ibarbourou.)
Me llamo Alberto, tengo 16 años y los ojos me lagrimean con un escozor a duras penas soportable. Llevo varias horas ante la pantalla del ordenador y ya comienzan a afectarme las radiaciones que emite, supuestamente de baja frecuencia, pero que realmente son molestas, así que procedo a guardar y cerrar el puzzle japonés que estoy componiendo en mi PC y luego pulso inicio, y apagar equipo. Al instante el ronroneo amortizado y molesto que emite la máquina se duerme y todo queda en un gratificante silencio. Levanto la persiana, descorro las cortinas y un vahído de aire pastoso y caliente se cuela por la ventana. Está cayendo la tarde de este verano infinito y el calor arrecia cada vez más fuerte.
Tengo sed y la garganta seca. Sorteo a grandes pasos los puzzles a medio terminar que reposan en el suelo de mi cuarto para bajar a la planta inferior a buscar un poco de agua fresca que me refresque la boca. De paso y rápidamente, echo una ojeada a los ya terminados que cuelgan por las paredes y una oleada de orgullo hincha mi pecho. Allí reposan expuestos, entre otros, la Catedral de San Basilio en la Plaza Roja de Moscú; el Castillo de Neuschwanstein (más conocido como el Castillo del Rey Loco) en Baviera; y un Mapamundi Histórico, de 8.000 piezas.
Esta imagen que os muestro corresponde al tríptico "El Jardín de las Delicias", de Jerónimo Bosh (el Bosco); y preside el sitio de honor de mi estancia. Es el último que compuse en cartón antes de pasar a trabajar mediante el ordenador. Consta de 12.000 piezas y luce haciendo guardia al primero de mi vida: El Pato Donald disfrazado de Supermán, costruído en 15 piezas de madera, regalo de los Reyes Magos cuando sólo contaba 3 años.
Ya me gustaría poder mostrarlos todos, pero soy consciente que no hay suficiente espacio en está página.
Sí, los puzzles son una pasión desde mi más tierna infancia, y tengo que reconocer que con el paso del tiempo se han convertido en todo un reto, un desafío que en determinados momentos consigue quitarme el sueño, aunque en realidad y si soy sincero aún pecando de vanidoso, mi proyecto más íntimo es construir uno que sea único en el mundo, diferente a todo lo conocido y que me haga sentir un verdadero artista en la materia.
Por supuesto que esto de los puzzles no es para mí algo obsesivo como en más de una ocasión lo definen mis padres. “Manías de adolescente” lo describen ellos, pero para nada es así. Simple y llanamente yo considero este hobby como una superación personal, un triunfo por cada pieza acertada que coloco, un escalón más en mi autoestima.
Ellos por el contrario no comparten mi opinión, incluso me recriminan que tenga cerrada a cal y canto la puerta de mi sala para que mis hermanas, gemelas y pequeñas, se mantengan alejadas de ella.
Debido a esta falta de incomprensión por su parte, me he visto obligado a mantener en secreto mi último proyecto en puzzles. Ya se sabe como son y piensan los padres. Creen que los adolescentes nos sentimos incomprendidos y rebeldes, cuando son ellos los que carecen de la capacidad de comprendernos. Cosas de adultos, digo yo.
Ellos por el contrario no comparten mi opinión, incluso me recriminan que tenga cerrada a cal y canto la puerta de mi sala para que mis hermanas, gemelas y pequeñas, se mantengan alejadas de ella.
Debido a esta falta de incomprensión por su parte, me he visto obligado a mantener en secreto mi último proyecto en puzzles. Ya se sabe como son y piensan los padres. Creen que los adolescentes nos sentimos incomprendidos y rebeldes, cuando son ellos los que carecen de la capacidad de comprendernos. Cosas de adultos, digo yo.
En la planta de abajo reina un silencio sepulcral tan sólo interrumpido por el zumbido de la refrigeración. Maldito verano que deja a la vida dormida y laxa, sin clases, sin partidos de futbol y sin libertad para salir a plena luz del día cuando el sol convierte todo lo que toca en pura candela.
Busco la botella de agua fresca en el refrigerador y al abrir la puerta un halo de luz blanquecina y metálica se cuela por la estancia. Así puedo comprobar que el orden domina por todos lados. Mi madre es muy ordenada y perfeccionista. Nunca en casa ha reinado el caos del desorden, por eso, cuando entra en mi cuarto y ve tanta pieza por el suelo y las cajas de los puzzles apiladas y amontonadas de cualquier forma, pone el grito en el cielo y me reprende duramente. Luego en la noche, cuando mi padre regresa del trabajo, le cuenta la historia. Para abochornarme, creo yo. De ahí a la acostumbrada y descomunal bronca es todo un abrir y cerrar de ojos. Me amenazan con tirarme todo a la basura, con internarme en un colegio extranjero (es lo que tienen los padres de la clase media-alta con gran poder adquisitivo, que se piensan que con el dinero lo pueden conseguir todo), para que deje de una vez “esa maldita adicción” y vuelva a retomar los libros y los estudios como parece que debe ser. Y para poner la guinda final mis hermanas hacen a coro sus burlas contra mí.
En estos momentos como no están, puedo hacer y deshacer a mi antojo, así que después de dejar que el agua fría baje por mi garganta y refresque mi tráquea y mi esófago, me dirijo hacía el sótano donde mantengo guardado mi “tesoro”.
El sótano, lugar tenebroso y lúgubre desde mi más tierna infancia dónde me amenazaban con encerrarme si me portaba mal. En el sótano viven los seres oscuros – decía mi madre – monstruos de las tinieblas que se alimentan de la carne de los niños malos. Y aunque la verdad es que nunca llegaron a encerrarme allí, cierto temor y respeto me daba pasar ante aquella puerta. Lo mismo que ahora, pero ahora ya soy capaz de superarlo. Aún así mis movimientos son rápidos para terminar cuanto antes con mi misión.
Tengo que reconocer que abro la puerta un poco temeroso. Enciendo la luz y a pasos agigantados bajo los 8 escalones. Llego hasta el arcón congelador y saco de una en una las cajas de madera que allí tengo escondidas.
Con más rapidez aún las dejo en la cocina y vuelvo a cerrar la puerta del sótano. Adios al sótano por ahora. Respiro profundamente para relajarme, y ya tranquilamente, las subo a mi estancia.
Allí, poniendo el máximo cuidado, las abro y saco las piezas de mi nuevo puzzle, mi nuevo reto, mi secreto.
Una a una las voy colocando en fila india para proceder luego a su montaje. Lo bueno de este puzzle es que se pueden hacer mil y una combinaciones, es decir, lo puedo montar con su diseño original o bien dejar volar la imaginación y componer formas distintas. Ayer por fin conseguí terminarlo en su forma primitiva.
Allí, poniendo el máximo cuidado, las abro y saco las piezas de mi nuevo puzzle, mi nuevo reto, mi secreto.
Una a una las voy colocando en fila india para proceder luego a su montaje. Lo bueno de este puzzle es que se pueden hacer mil y una combinaciones, es decir, lo puedo montar con su diseño original o bien dejar volar la imaginación y componer formas distintas. Ayer por fin conseguí terminarlo en su forma primitiva.
Hoy el reto es hacer transformaciones.
Así improvisando, tomo el pie seccionado de una de mis hermanas y lo anexo a la pantorrilla cortada a la altura de la espinilla de mi padre. Añado el antebrazo de mi madre y el tronco de mi otra hermana.
Así improvisando, tomo el pie seccionado de una de mis hermanas y lo anexo a la pantorrilla cortada a la altura de la espinilla de mi padre. Añado el antebrazo de mi madre y el tronco de mi otra hermana.
Por cabeza pongo una mano de mi progenitor, y los pechos de mi madre hacen la función de orejas. Dudo que genitales le irán mejor, si alguno impúber de mis hermanas o tal vez el miembro diminuto y encogido de mi padre. Me río ante la apariencia del montaje porque así a primera vista se asemeja un poco al monstruo que creó el doctor Frankestein.
Tal vez quedaría mejor si colocase los ombligos a modo de ojos y colocara los ojos a modo de cresta. Será cuestión de estudiarlo. Y de rapidez. Con este calor los trozos se descongelan pronto y las moscas se cuelan en tropel por la ventana buscando carnaza, así que tengo que darme prisa antes de devolverlo todo nuevamente al congelador.
Tal vez quedaría mejor si colocase los ombligos a modo de ojos y colocara los ojos a modo de cresta. Será cuestión de estudiarlo. Y de rapidez. Con este calor los trozos se descongelan pronto y las moscas se cuelan en tropel por la ventana buscando carnaza, así que tengo que darme prisa antes de devolverlo todo nuevamente al congelador.
Ya he dicho que con este nuevo puzzle se pueden hacer mil y una combinaciones. Yo sueño con conseguir una que sea totalmente distinta a todo lo conocido, pero de momento no me doy prisa por llegar a esa meta a pesar de que esté deseando comprobar de lo que es capaz mi imaginación. Y no es porque no lo desee sino porque cuando lo consiga me quedaré sin material.
Y entonces tendré que procurarme material nuevo.
¿Sabéis una cosa? Me da verdadera pena que ni mis padres ni mis hermanas puedan ver mi obra cuando esté terminada.
Hola
ResponderEliminarLa leche!
Caray niña, el chaval éste se ha pasado un pueblo!!!
Mira que al empezar a leer recordé que hace años yo también era aficionada a los puzles y me entraron ganas de comprar mañana uno pero... carallo, ni loca, mira que si me vuelvo como el chaval este!!!!
Simplemente genial.
Me ha encantado.
Un biquiño desde Coruña
Diana
¡Que fuerte!, me has llevado hasta el final, sin poder imaginar que "el artista de los puzles", estaba hasta las narices de que su familia no le entendiera, y los ha metido en "su obra", ¡ pa que aprendan!. Me ha gustado el relato, se podría hacer uno de esos cortos de terror. Un beso
ResponderEliminarBonito e imaginativo relato. Se lo pasaré a mi mujer para que lo lea. Ella también es aficionada, que no adicta, a los puzzles. Tiene las paredes de la casa llena y no para y como hay sitio en la casa tiene su habitación de trabajo. Yo también tengo la mía. En fin cada loco con su tema, como dice el refrán. Y no me resist a contar un chiste de puzzles:
ResponderEliminar--¿Dónde te metes, hombre? No hay quien te vea.
--Calla, calla, que he estado haciendo un puzzle.
--Será por lo menos de 10.000 piezas o más.
--No, que va. Era de 25 piezas; pero ponía en la caja "De cuatro a cinco años"
Saludos flamencos desde Cáceres.
Uff, vaya relato, amiga... genial
ResponderEliminar¿Te imaginas que fuera vedad?
PD: hay na buen noticia en Céfiro del oeste
Ufff niña, hoy me has dejao alucinaica.
ResponderEliminar¡Vaya chico y vaya imaginación la tuya! Lo has llevado hasta el final de manera prodigiosa. He leido como si me faltara tiempo.
Me ha parecido genial.
Besicos guapa
chiquilla que relato, no me he movido hasta llegar al final, final por supuesto que no esperaba.
ResponderEliminarHa sido impresionante y la forma de escribirlo y describirlo todo, no tengo palabras para decirte lo que me ha gustado.
Besitos guapa
¡Bravo!!! Excelente relato... Poco más se puede agregar. Eres genial.
ResponderEliminarBesos.
Me ha dado un vuelco el estomago al saber lo que habia en la caja... ha sido como si lo estuviera viendo en la tele, seguramente mucho mejor...
ResponderEliminarMe ha encantado...
Besitos
Me ha llamado la atención la hábil trama argumental por la cual los razonamientos (la lógica) del muchacho van encajando en paralelo a la historia, pieza a pieza, para componer un escalofriante y siniestro puzle final.
ResponderEliminarUn magnífico relato de terror, amiga Verdial.
Besos
(PD. El guiño de la cita de Juana de Ibarbouru es un toque de humor genial)
eso si que da pena.
ResponderEliminar¡Qué gran relato! Si bien se podría pensar que es largo para un post tengo que decirte que para nada se hace tedioso leerlo.
ResponderEliminarAl comienzo, si hubiese cambiado el puzzle por una novela podría pensar que me estaba viendo en ese chico, aunque conforme iba avanzando la historia podía intuir que algo de macabro contenía.
Has escrito algo diferente a lo que nos tienes acostumbrados, y eso está genial.
Besos
No te imaginaba tan gore, me has sorprendido mucho.
ResponderEliminarGenial entrada maestra, para una película
¡Me has dejado de piedra! al principio me estaba acordando que siempre le compraba puzzles a mi hija, me encantaba hacerlos con ella. Pero este final no me lo esperaba, muy bueno ,como dice Isabel, para un corto.
ResponderEliminarSaludos!
me encantan los puzzles pero no tengo nada de paciencia.
ResponderEliminarun placer leerte
Gracias por tu apoyo en mi blog. Hoy estaba fastidiado, pero tu comentario me ha hecho reflexionar y de momento seguiré. Ha sido una rabieta de niño, como la de tu niño del puzzle.
ResponderEliminarEl relato es espeluznante.
Creía que lo que había echo el chico era cortar las fotos de sus familiares...pero despues, lo de la carne congelada y todo eso...EUGHHH..me lo imagine :P
ResponderEliminarMuy bueno. jeje Al mismo estilo de Sthephen King..me ha dado hasta escalofrios
Andaaaaa... le pasaré el relato a mi chico que es super aficionado al tema... aunque no sé.. a lo mejor no, por si acaso, jajaja!
ResponderEliminarBuenísimo.
Vaya, casi no se ni como llegue aqui, pero lo que vi me encanto... Tendre que volver con mas calmas...
ResponderEliminarY que decir de las "Alegrias" de Julio Romero de Torres, bendito pintor...
Un saludo
Escalofriante el relato Verdial. El mas grande y complicado de todos los rompecabezas que existen en este mundo reside en el escaso espacio de nuestro cerebro.
ResponderEliminarCoincido con algunos de tus amigos; esta historia es apropiada para trasladarla a un Corto, me ha encandilado.
Un abrazo fuerte.-
www.alternativa.blog.com.es
Impresionante relato!,coincido con aquello de dejarnos de piedra,me estremeció el final,tu post tiene todos los ingredientes de una extraordinaria historia,el suspenso que vas creando acelera al lector,maravilloso....El desenlace de la historia aterrador,la imaginacion vuela!...
ResponderEliminarA todos vosotros, que habeis tenido la amabilidad de dejar un comentario en esta entrada, cosa que me hace sentir sumamente agradecida y halagada por vuestras palabras.
ResponderEliminarEste relato nació cuando un día observé a mi sobrino, rebelde adolescente, jugar con un puzle. Imaginé en aquellos momentos que las piezas de su cabeza adolescente estaban desordenadas, como el puzzle, y pensé que tan sólo el tiempo y el trabajo pondría cada una en su sitio.
Desafortunadamente la mayoría de los padres no sabemos comprender ni comportarnos con nuestros hijos de esa edad, y podemos causarle mucho daño.
Por fortuna los padres de mi sobrino siempre supieron ponerse al mismo nivel de su hijo según la etapa de edad que estuviera viviendo.
A mi sobrino la vida no le dió la oportunidad de terminar su puzzle.
Un abrazo
¡Muy bueno Verdial!, terrible relato, llevado al ritmo justo. Nunca me gustaron los relatos en los que el final es predecible; y en este, me ha pillado en calzones.
ResponderEliminarAntón Abab, celebro que te haya sorprendido el final. A mí, tanto en la los relatos como en la vida, me gustan las sorpresas.
ResponderEliminarSaludos
Hola, un gusto llegar por acá!. Como al joven del relato, me fascinan los puzles ( o rompe cabezas ¡y de verdad las rompen!), este gusto lo heredé de mi padre, muy distinto ¡gracias al cielo! del padre del muchacho. Me ha parecido un buen relato, bien construido, bien escrito (eso se agradece!) con un giro que asombra y atrapa. De pronto pasa de ser "una hoja en el diario de vida de un adolescente" a un micro cuento de terror muy simbólico. Sin duda que es necesario en algún o algunos momentos de la vida, descuartizar a los padres y a toda la red más cercana, desfragmentar, deconstruir para rearmar una propia identidad. Enterrar lo que no sirve y dejar vivir lo más constitutivo de uno.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu blog, volveré!
Un saludo cordial desde el confín del mundo.
Ah! y que certera la frase que citas de la Ibarbourou, gran creadora por cierto. Es una gran pena que la sociedad no tenga mayor conciencia de aquello, son muchos los niños y niñas que ven cercenado su potencial creador por sistemas educacionales, culturales y familiares que no comprenden nada de nada. La subvaloración existente de esta condición innata de la especie humana, trae mucho daño y enfermedad al planeta. Tu relato también apunta a eso.
ResponderEliminarUf, ¡qué bárbaro! Es genial, y engancha muchísimo, además. Me parece un texto magnífico y redondo, que se lee para, quizás, encajar la última pieza del puzzle. Enhorabuena, es magistral.
ResponderEliminarPor otra parte, me alegro cada vez más de haber puesto la también última pieza del puzzle en el blog que "terminé" ;-)
Besos y gracias por escribir tan bien.
hace mucho escribiste esta historia, por las fechas de los comentarios, pero es fantástica
ResponderEliminaryo también soy una loca de los puzzles y tuve mi casa secuestrada dos años con una capilla sixtina de 8000 piezas
si tuviera sótano (y arcón congelador) podría dedicarme a los 3D más carnales!!