jueves

Arlequín

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Ivette Horner- Vals acordeón
Lienzo "Arlequín" - Joaquín Hidalgo)
Vistió sus mejores galas de arlequín y se cubrió el rostro con una máscara veneciana de polvos nacarados, simulando una mueca inexpresiva y vacía. Se acercó a la ventana y miró a la luna. Lucía rodeada de un halo neblinoso y supo entonces que al día siguiente habría lluvia. Le gustaba la lluvia. Lluvia, sinónimo de limpieza, y de purificación, dos estados con los que nunca se sintió totalmente identificado, aún sabiendo que los dos formaban parte de sí mismo. Estaban en él pero en ese estado de irrealidad que se esconde a la mente, ocultos al consciente, escondidos a la lucidez.
Tomó su maleta de cuando era colegial y metió en ella a los soldaditos de plomo con los que solía jugar en su infancia, creando cruentas batallas en las que siempre solía llorar al lado de los vencidos; las cerbatanas hechas con las cañas recogidas a la orilla del río, con las blancas alpargatas sumergidas en el lodo al cogerlas, causa inevitable de una reprimenda posterior; las pistolas de pasta dura con tintes plateados ya desconchados, sueño de las novelas de Marcial Lafuente, y el tren que le fabricó su abuelo de cajas de cerillas, formando vagones encadenados con el hijo “La Dalia” que usaba su abuela para hacer los pañitos de crochet que después lucirían sobre el televisor en blanco y negro de gruesos botones.
Luego se dirigió a su camastro y se acurrucó en él. Imaginó estar en una cama de barrotes dorados coronados con gruesas bolas de cristal en las esquinas, entre sábanas de hilo, oliendo a espliego y a agua del arroyo.
A lo lejos le pareció escuchar el aullar de los perros y el graznar de los patos entre los puros de eneas. Patos que emigraban porque había llegado el momento de emigrar. Sí, pensó, ha llegado el momento de emigrar.
Apagó la luz y cerró los ojos. Notó como la cama se elevaba y se escapaba del cuarto. Él se sintió tranquilo.
Como en un murmullo escuchó la voz de su abuela llamándolo para la cena, a través del tiempo. Su abuela, más madre que abuela, más dulce que el azúcar y siempre con el Sagrado Corazón en la mesilla de noche.
Quiso irse con ella. Ella sabía; siempre lo supo, siempre lo aceptó.
Se elevó hacia las estrellas sabiendo que ella lo aguardaba tal y como era en lo más oculto de sí mismo. Resplandores de plata cegaron sus ojos y el vacío en derredor se hizo ingrávido.
Entonces se quitó todo el disfraz de arlequín y se deshizo de la máscara nacarada. Desnudó su cuerpo y expuso al mundo su alma real.
Desnudo, y con los rizos negros cayendo sobre su frente se sintió feliz y liberado de sentires ocultos, de vergüenzas, de temores, de remordimientos y de incomprensión.
Sintió que verdaderamente era él.
Y decidió no volver jamás.

21 comentarios:

  1. Eso también es carnaval, el del día a día que uno abandona dejando atras la máscara y mostrando al fin el verdadero rostro que debería de haber alumbrado cada día de su estancia en la tierra.

    YA me estas dando trabajo para el 7 de febrero que irá sobre el carnaval.

    Verdial, precioso.

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  2. Luz de Gas, eres más rápido que el rayo.
    Efectivamente tras la máscara se esconden demasiadas cosas. Una pena porque no hay nada mejor que querernos y aceptarnos tal y como somos.

    Un abrazo y feliz día.

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  3. Todo todo se había acabado sin necesidad de morirse, le había bastado con dejar de ser él, y cuando sintió que era verdaderamente él, encontró el punto de no retorno.

    Querida Verdial, un relato deliciosamente triste y, como siempre, muy bello.

    Un abrazo

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  4. Es el ir abandonando los recuerdos, dejarse llevar hacia ninguna parte...

    un saludo afectuoso

    T

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  5. Podría interpretarse que cuando se quitó la máscara murió el personaje enmascarado que tanto odiaba, siendo entonces un final feliz ¿no?

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  6. Hola bella Hebrea , cada dia escribes mas maravilloso , tus letras me hacen viajar un deleite al intelecto mi querida amiga , escribeme un correo personal a gatataka@hotmail.com para saber de por favor amiga querida.

    LA GATA ACTIVISTA!!!!!!!

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  7. El carnaval de la vida nos lleva a vestir algunas veces el disfraz de arlequín. Pero no es escusa, ¡Fuera disfraz!!!. Todo es más lindo a cara lavada.

    Un abrazo

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  8. Me encanta. Es bellísimo.
    Me quedo con lo que sabía la abuela: "Ella sabía, siempre lo supo, siempre lo aceptó" y con el final: "liberado de sentires ocultos, de vergüenzas, de temores, de remordimientos y de incomprensión. Sintió que era verdaderamente él.
    Entonces decidió no volver jamás"

    ¡Bravo, por el personaje y por la autora!

    Un beso>::<
    Teresa

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  9. Un post excelente como de costumbre, te confieso que yo les tengo un poco de miedo a los arlequines, sus mascaras me asustan mucho...
    La musica de esta entrada genial, besos, feliz finde.

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  10. Uff, vaya texto. Desprende melanclía y tristeza... pero es bello.
    Un abrazo, J.J.

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  11. Muy bueno. Con las dosis justas de melancolía y belleza.

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  12. Demasiados se esconden detrás de una máscara guardando su verdadera esencia. Nos perdemos así a personas maravillosas que mucho tienen que dar y ofrecer y de los que poder aprender.

    Un besazo indomable.

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  13. Seguramente alguien me habría desaconsejado leer hoy este relato inmensamente triste, pero me ha parecido delicioso. Es Ud. increíble Verdial, me ha conmovido.

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  14. Cuesta a veces ser uno mismo. Bonito relato niña, muy bonito.

    Besicos.

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  15. ¡Que difícil a veces quitarte la máscara!, no te dejan las circunstancias, o el entorno, o el miedo a causar daño a quienes amas, pero cuando por fin te la quitas, ¡ Que sensación de libertad!. Un beso

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  16. Muy bonito!!!la penita es que muchas personas no saben vivir sin máscara...nunca, en ningún momento de sus vidas, y si descubrieramos siempre lo que había detrás de algunos ¡nos sorprenderíamos!, claro está!!!que otras veces es necesaria esa máscara para vivir este carnaval.

    Un abrazote

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  17. Inevitablemente hay muchas circunstancias que obligan a colgarte esa mascara de triste realidad, el trabajo obliga a mi sonrisa a estar siempre reluciente, aun cayéndose por dentro el mundo a mis pies. Esto es una obligación para subsistir, pero cuando se hace por no querer reconocer lo que refleja el espejo, se convierte en una verdadera pena.
    Abrazzzusss...

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  18. me ha encantado tu entrada,todos solemos llevar esa máscara ante los demás y cuando uno se la quita es uno mismo,se siente libre...

    besitoss

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  19. Eso, amiga, es algo que a todos nos espera... Ese momento en que habremos de partir ligeros de equipaje, y que te has narrado de manera bellisima, dentro de su tristeza.

    Un abrazo, amiga

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  20. Sirena Varada, siempre supo lo que era. El entorno no lo dejó mostrarse.

    Tormenta, abandonó la apariencia que enseñaba de cara al mundo.

    JL Martinez Henz, diste en el clavo, aunque no necesariamente lo odiaba, simplemete no eran compatibles.

    Gata, guapa, ya te he escrito un correo.

    Lys, efectivamente lo ideal sería mostrarnos con la cara limpia, pero no siempre es fácil.

    Teresa, gracias por tus palabras. Hay cosas que no podemos ocultar a los ojos de nuestros seres más allegados. Como su abuela.

    Esperanza, pues la verdad es que a mí también me han causado siempre los arlequines un cierto respeto. Me gustaban más los "tontos".

    José Javier, hay muchas etapas tristes en nuestra vida, tal vez por eso se echa mano a la máscara.

    Felipe Sérvulo, nada comparable a la belleza de tus letras y tus imágenes.

    Dani, cuanta razón llevas. Perdemos nosotros y hacemos que los demás lo pierdan también.

    Antón Abad, ¿de verdad piensas que es díficil conmoverte?. No lo creo yo así después de leer tus escritos.

    La casa encendida. Gracias Nani, me alegro mucho que te haya gustado.

    Isabel, es exactgamente lo que le pasó. Se sintió liberado para siembre.

    Onibius, que bien lo has expuesto. Es integramente así.

    Sara, necesaria siempre y cuando no atente contra nuestro verdadero ser.

    Elizabeth, así es, y no hay nada mejor de soltar ataduras absurdas.

    Antiqva, nacemos sin máscara y morimos también sin ella, sin embargo en el camino recurrimos a escondernos tras la careta.

    Un abrazo a todos los que me habeis leído.

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  21. Verdial te la pido para cerrar el programa del sábado si no te parece mal

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