Mis ojos infantiles disfrutaban mirando el límpido cielo del amanecer. Sentía que se me ensanchaba el alma contemplando ese azul pastel que lucía impertérrito en las frescas mañanas de mayo.
Muy de temprano ya iba camino del colegio. Contenta, feliz, eufórica ante la visión del nuevo día que tenía todavía por delante. El tableado de mi uniforme de colegiala se balanceaba al ritmo de mis saltarines pasos. El pelo ensortijado figuraba recogido en una alta cola de caballo peinada por las manos de mi madre. La inmaculada camisa lucía prendida en el pecho por un imperdible de la mercería Hornillo, una medallita de la Virgen Milagrosa.
Una mano llevaba la maleta (libros, cuadernos de dos rallas, baulito de madera con los lápices y un vaso de aros transparentes, plegable, que se cerraba formando una cajita con la imagen de una estampa del Sagrado Corazón en la tapadera, para beber durante el recreo), y en la otra un ramo de flores recién cortadas de mi casa para ofrecer a la Virgen.
Porque el mes de Mayo es el mes de la Virgen María.
Todos los días al llegar al colegio hacíamos la ofrenda de flores en la Capilla a la Virgen Milagrosa del colegio, mientras entonábamos primero la Salve y después el “Venid y vamos todos”. Todas en fila y de una en una, íbamos depositando las flores al los pies del altar.
Mis flores eran humildes (gitanillas, geranios, flor de la china…), las propias de un patio andaluz de una casa sencilla, (otras niñas más pudientes llevaban rosas o azucenas compradas), pero yo me sentía muy feliz con mi ofrenda porque según decían las monjas, a la Virgen no le importaba el tipo de flor que se le ofreciese, sino la humildad y el cariño y la fe con el que se les ofrecía.
(Foto de Escobar, cedida por Isabel Anaya Valero para la la web de Higueruela)
Y yo creía todo lo que decían las monjas al pie de la letra, porque mi cariño era muy grande y mi fe intensa.
Por eso me sentía tan feliz cuando caminaba hacia el colegio y por eso me llenaba hasta romperme el alma, del azul del cielo, porque entonces no cabía en mí un mañana sombrío, y porque también decían las monjas que la Virgen estaría siempre al lado de quién creía en ella y la amaba, para protegerle, que no había que tener ningún temor ante nada si se tenía la fe, que si se amaba a la Virgen se sería siempre feliz. Decían que la Virgen nos miraba a través de un cristal tan transparente como el aire, y por él veía el amor que le tenían las niñas.
Y yo amaba a la Virgen Milagrosa, confiaba en Ella y tenía mucha Fe.
Y era muy feliz.
Pero seguramente a las monjas se les olvidó decir que no todos los cristales de tu vida son transparentes, que hay algunos que se opacan y se ajan, y que a veces llegan a destrozar tu existencia; que tus flores no condicionan tu futuro, que tus rezos no siempre llegan a buen puerto, que tu fe, en la mayoría de los casos, no es más que una justificación a un deseo imperativo…
...y que la Virgen tal vez esté muchas veces ocupada para hacerse cargo de todo lo que a ti se refiere y no te oiga…
Seguramente se les olvidó decir todo esto.
Seguramente se les olvidó decir que llega un día en que la fe se pierde, la felicidad es inalcanzable y la Virgen deja de existir.
Aunque algunos de esos recuerdos pueden ser agradables, a estas alturas ya sabes que no sólo no se olvidaron, sino que era un cuento chino más para tenernos en un puño. El mismo cuento que, con unas variantes u otras, nos contaron a todos.
ResponderEliminarUn beso.
me siento identificada con tu entrada mucho....
ResponderEliminarbesitosss
Siempre logras conmover los más profundos sentimientos.
ResponderEliminarYo también me siento identificada con tu relato.
Las monjas olvidaron decir que las imágenes no representan a ningún espíritu, que no hacen milagros, que estamos solos en este mundo y que solamente el amor sana nuestras heridas.
Si se hubieran centrado exclusivamente en esto último muchas flores se habrían salvado.
Besos.
Besos
No te lo he dicho pero cada vez que escribes cosas así, yo hago mi particular expedición al pasado andaluz de esta España interesante, a veces hasta me quedo con ganas de que continúes como si esto fuera una novela interminable.
ResponderEliminarUn gran beso
Mi querida verdial....me creerás si te digo que una lágrima está ahora mismo bajando por mi mejilla?
ResponderEliminarTe cuento:
Es de lo más bonito que he leido nunca, si me permites me lo guardo para mi con todo el cariño, muy cerquita de mi alma, no olvidando que viene de ti.
Me has hecho recordar tantos mayos de mi niñez, a la otra punta del país haciendo y sintiendo lo mismo que tú.
Y ahora que soy adulta como tú,también siento muchas veces, todas esas cosas que tan bonito trasmites hoy tú.
Que tristeza me ha invadido...pero ¡ a la vez!...que gratos recuerdos me han venido...he podido recordar contigo.
Felicidades por este don que tienes de escribir siempre tan precioso, no sabes cuanto disfruto, siento, padezco,.....tus escritos, no faltes nunca por aquí ¡porfa! buen finde.
Un abrazo guapa, muack.
Tal vez parte del problema es llegar a convertir la fe realmente en un deseo imperativo, y convencerse de que eso protegera contra todo.
ResponderEliminarEs mejor asumir que el cielo y la tierra no suelen tener nada que ver.
Aqui vivimos nosotros en nuestro mundo imperfecto, con nuestros problemas a cuestas, luchando por lo que tiene solucion y tratando de encajar los golpes de aquello que no la tiene. Y a menudo son muy fuertes. A veces demasiado fuertes.
Preciosos sus escritos siempre, madame.
Bisous
Cuando te venden un coche no te cuentan lo malo que tiene.
ResponderEliminarMaravillosa manera de escribirlo Verdial.
Un beso enorme
Recuerdos imborrables ,emotivo conmovedor,esas razones que se nos escapan...Eso tiene la fe,se tiene o no se tiene,me queda un sabor tristón que le vamos a hacer.Un abrazo enorrrmeee.
ResponderEliminarMenos mal que aquellos cuentos prácticamente solo quedan en nuestra memoria. Pero después de aquellos cuentos vienen otros cuentos como el de Alá(todopoderoso) el del dinero( eres lo que tienes) el del sexo (que todo lo puede) En definitiva todo vale con tal de esclavizar a la masa para poder manejarla mejor ..Cada cual que elija el cuento que mas confort le aporte..¿verdad..? Yo con todos ellos hago una pelota que va directamente al...jejeje que no quiero ser grosera.
ResponderEliminarUn besazo.-
Hola Verdial,
ResponderEliminarPasarme por tu casa es como un bálsamo para el alma. Haces unas relexiones y tienes un arte que arrastran a cualquiera.
No conocía lo que cuentas...Me ha gustado "leerlo" desde tu punto de vista y con esa prosa tan mágica con que se te ha bendecido.
Felicidades Princesita!
Intenta cuidarte TODO lo que puedas y muuuucho más.
Muy buen fin de semana!!
Miles de Abrazotes enoooormes!
Me han llegado a borbotones un montón de recuerdos al leerte. También me ha tocado llevar las flores a María. Mi colegio quedaba a media hora de distancia, y me veo al igual que tú, dando los mismos saltos de alegría, y cuidando no ensuciar el uniforme de tablas azul marino. También llevaba el vasito plegable, y recuerdo sentirme muy mayor, cuando me pasaron a escribir con "plumín". Aquellas canciones, con el brazo derecho extendido sobre la compañera de delante, en el patio, haciendo fila, y cantando: "Con la paz y la alegría en el semblante, y llenas de ilusión, queremos adentrarnos en la vida, con grande decisión......"
ResponderEliminarEfectivamente, las monjas no nos explicaron que el ponerle las flores, no garantizaba esa vida plena.
Es un placer leerte, pues despiertas recuerdos y sentimientos aparcados, hace mucho tiempo.
Un fuerte abrazo.
Dios mío... venid y vamos todos... con flores a María... xDDDDD
ResponderEliminartb cantabais el "yo quiero decir q sí"?
había olvidado nuestro pasado común en colegios de monjas..
muy cierto q en ese momento las monjitas te hacían sentir muy buena y muy llena, y ahora de mayor dices: bueno, q venga la virgen y me diga q pasa, xq todo el mundo es "malo" menos yo, q soy una ignorante de la vida y me dan de palos x todas partes,y yo encima voy y pongo la otra mejilla y me lo tomo con calma.
a ver si va a resultar q la virgen tenía alergia, y al final las ofrendas de flores tp le gustaban tanto...
xDDD
va a ser eso
lo q me impresiona a mí es la diferencia entre los adultos de ahora y los de entonces, xq ellos, a pesar de todo, seguían teniendo fe, mientras q nosotros, nos desengañamos...
Al igual que han dejado escrito otros, me has recordado también el mes de Mayo cuando yo estaba en el cole de monjas y llevábamos flores a María.
ResponderEliminarEsos recuerdos dormidos muy dentro de nosotros que creías olvidados y ahora y con una simple frase despiertan.
Por cierto se que te gustó mi fiesta y que bebistes un poquito más de la cuenta porque tu comentario me lo dejastes en otra entrada jajajajaja te he pillado.
Muchos besitos
Hola primera vez que te visito, linda entrada, me gusto tu blog y la imagen de la virgen es preciosa, te invito a visitarme http://sietesolyluna.blogspot.com
ResponderEliminarhttp://somosplaneta.blogspot.com serás bien recibida te dejo un abrazo lleno de sol y de luna.
A mí también se les olvidó decirme que esa aparente seguridad de cuando era niño desaparecería con el tiempo. Que los de allá arriba están demasiado ocupados con todos como para escuchar lo que con penas y dolores pedía. En mi caso, los curas, que fueron capaces de venderme la moto cuando era crío. Ahora es todo tan diferente...
ResponderEliminarUn besazo adulto.
Verdial muy buena entrada, siempre un placer leerte.
ResponderEliminarMuchas gracias por hacerme compañia cuando has podido-piricsaro
un beso
Maite
Gracias amiga por tu comentario en el blog de Luz de gas eres increible y muy intuitiva ajajajaa,besos guapa!!!!!
ResponderEliminarpues así es la vida, y ese cielo azul pastel de la infancia sin remedio se nos va oscureciendo... aunque de todo se aprende y de todo se sale para seguir viviendo.
ResponderEliminarabrazos.
perdón por la ausencia.
Vaya… por donde empiezo… mi abuela era la chacha María para todos los vecinos. El viernes hizo 6 años que ya no esta conmigo. Como la echo de menos.
ResponderEliminar¿No deja recuerdos lo que nunca existió? … no estoy de a cuerdo, y evidentemente, tu tampoco.
y… bueno, yo tenia mucha fe… mucha, mucha fe, y aun la tengo, aunque ya no distingo si es una huida, o verdadera fe, porque hay momentos demasiado duros para afrontar sola, y no se si es mejor creer en algo o no.
Este ultimo post me ha recordado al día de mi boda… de niña mi padre cantaba el Ave María de Rafael, y el día de mi boda me la canto en el convite…
Un beso enorme
Hola Verdial.
ResponderEliminarCaramba, yo tengo muchos recuerdos del mes de mayo en mi infancia
El mes de las flores, de la Virgen y de los paseos al monte
Un biquiño Verdi,
Diana
que tal!! despues de un tiempo he regresado...
ResponderEliminarun abrazo..
Recuerdo el mes de Mayo de igual manera, con flores a la Virgen de mi colegio, que siempre eran gitanillas de mi madre reliadas con papel de plata.
ResponderEliminarHola Verdial, precioso el escrito de hoy. Me has recordado a mi hija, ella iba siempre tan feliz con sus flores a la Virgen, y el día que por primera vez llevó la imagen de la Virgen a casa, iba emocionadísima, ahora ya no quiere saber nada de nada, supongo que le habrá sucedido como a ti, que las monjitas se olvidaron de explicarle que la vida, por muchas flores que lleves a la Virgen también te ofrecerá unas cuantas espinas.
ResponderEliminarPor cierto, creo que estuviste con las hermanas de la Caridad, mi hija también.
Saludos, y la verdad es que siempre es un placer pasar por aquí.
Dios mío, como se sirvieron de las monjas, y de las virgenes, y de las flores, y de tantas y tantas cosas...
ResponderEliminarPero luego resulto que habia un Cristo del Cielo y otro Cristo de la tierra (Unamuno lo supo siempre).
Un abrazo, amiga
En mi colegio también se les olvidó decir eso. Al menos hay unos años en la infancia que, gracias a la fe, somos plenamente felices.
ResponderEliminarEso lo recuerdo a la perfección. Quizás sea lo mejor que me queda.
Besos
Yo crecí en un colegio religioso. Tengo recuerdos muy malos y otros muy buenos. Creo que cada uno tiene que tener sus propios pensamientos hacia la religión, sea cual sea, sin que te impongan la fe.
ResponderEliminarLa inocencia de esa niña que eras, era lo que te hacia feliz, y supongo que a las monjas, no se les olvido decirte que las cosas cambian, solo que no te lo querian decir, ni tampoco que la fe se pierde poco a poco, cuando vas sintiendo en tus propias carnes la injusticia y el dolor, ajeno unas veces, propio otras veces, pero era bonito el mes de mayo y la ofrenda a la virgen y el "con flores a Maria". Un beso
ResponderEliminarDaalla, no has podido decirlo mejor: un cuento chino. Al menoa aún nos queda conciencia para reconocerlo.
ResponderEliminarElizabeth, creo que es algo común a la mayoría de los que fuimos niños.
Teresa, fíjate que a veces pienso a esas monjas también hubo quien se olvidó decirle las cosas tal y como eran.
Esperanza, es que en realidad la vida es una novela interminable. No terminas nunca de escribir capítulos hasta que no se baje tu telón.
Sara, estaba segura que esta entrada te iba a tocar un poquito el alma. Intuyo que tu infancia y tu educación, al igual que la mía, estuvo regida por un colegio religioso. Y aunque yo escriba con ese tinte de reproche y desengaño, los recuerdos que guardo en mi corazón son de felicidad e inocencia.
La Dame Masquée, lo de que la fe responde a un deseo imperativo hace mucho tiempo que lo creo. La mayoría de las veces la fe pide algo a cambio.
Luz de Gas, y tanto que no te lo dicen. Son cosas que hay que ir descubriendo poco a poco. Como todo en la vida. Menos mal que ya somos mayorcitos para darnos cuenta.
América, en un sentido o en otro, la fe siempre se tiene, aunque no necesariamente sobre las mismas cosas. Todos tenemos algo en que creer.
Alternariva, yo creo que ya estamos a la altura de León Felipe: sabamos todos los cuentos.
Lujo, me alegra que te guste pasarte por aquí, y es todo un honor que te sirva de bálsamo. Al fin y al cabo esa ese es el fin cuando nos decidimos a contar nuestras cosas: que a los demás le sirvan de algo.
Nieves, parece ser que casi todas hemos tenido la misma experiencia en la infancia. Aunque cada una con sus propias vivencias personales, todas hemos vivivo el mismo denominador común.
Altán, pues puede ser que tengas razón. Al final te convencen de que "seas buena", y te llueven palos por todos lados.
Sevillana, jejejejeje, es que lo que pasa es que no suele beber (si acaso un vinito), y claro, cuando una se pasa de rosca no da pie von bola. Creo que me salí de tu fiesta para dejarte el comentario. Menos mal que aunque en lugar equivocado, lo has recibido.
Sol y Luna, gracias por tu visita y se bienvenida. Ahora me paso por tu espacio.
Dani, afortunadamente, aunque te vendieran la moto, has sabido apearte de ella. Claro que antes seguro que has tenido tus más y tus menos.
Pande, nada de gracias, que pasarme por espacio es un placer.
América, el comentario en el blog de Luz de Gas es tan real como tú y como yo. Tus letras dicen mucho de tí.
Eduardo Galván, cierto que el azul pastel se oscurece. Sin embargo hoy, a traves de mi ventana vuelvo a verlo igual que antes. Tiene el mismo color. Claro que lo demás ha cambiado tanto...
Final Alternativo, buena recopilación la que haces de varias entradas, por lo que veo similares a tus experiencias.
Tuvo que ser muy emocionante el Ave María cantado por tu padre en tu boda. Con lo llorona que yo soy, creo que mehubiera pasado la ceremonia llorando.
Diana, te he visitado muchas veces y no estabas. Ahora me vuelvo a pasar por si tienes algo nuevo. Te he extrañado.
Allek, un placer tu regreso, también se te extrañaba, así que bienvenido de nuevo.
Dama, tus flores como las mías: de patio andaluz, aunque a mí no me las liaban con papel de plata, sino con que mi madre me las ataba con un trocito de cuerda.
Lola, efectivamente estuve con las Hijas de la Caridad, y tengo que reconocer que para todos estos actos celebrativos religiosos se las pintaban solas. Lo hacían todo tan bonito...
Antiqua, cambia tanto la vida y las creencias desde la infancia a la madurez... Lo peor es el darte cuenta de que todo no es como te lo habían pintado.
Adr, totalmente de acuerdo contigo. Y sabes, muchas veces hubiera preferido seguir con la credulidad de entonces. Como bien dices te hacía completamente feliz.
Atenea, efectivamente siempre hay momentos buenos y malos, y desde luego, nadie debe de imponer nada a nadie. Sin embargo el niño necesita alguien que le indique el camino. Ahora que soy madre se que no siempre acertamos.
Isabe, como ya he respondido antes a un comentario, en el fondo creo que las monjas, al igual que los niños, también creían todo lo que le habían impuesto y contado. Tal vez también fueran unas vícitimas.
Besos a todos.
La fe se pierde cuando la razón impera, y las monjas sólo dicen lo que apuntala sus intenciones, esto es: negar la razón.
ResponderEliminarQué bonito. Yo tambien tengo estampas y recordatorios de primera comunión, algunos muy antiguos.
ResponderEliminarUna de las cosas por hacer: pegarlas en un álbum que está vacío. Otra exponerlas, como tu.
Qué bien lo haces todo, hija.
Un abrazo.