("Hombre joven desnudo sentado a la orilla del mar" - Flandrin Hippolyte - 1836 - Museo del Louvre - Paris)
Dicen que no lloró cuando nació, que cuando la comadrona ayudó a sacarlo de las entrañas de su madre no necesito estimularlo para provocar su llanto y facilitar así su respiración.
Dicen que nada más nacer, comenzó a hacerlo por sus propios medios, sin estímulos, sin lloros, tal un vaticinio de las pocas veces que lo haría a lo largo de su vida (que de hecho fue relativamente corta).
Nunca dejaba escapar sus lágrimas; se las tragaba todas, avergonzado como se sentía de esa extrema sensibilidad que lo acompañaba desde su nacimiento. “Sensibilidad propia de niñas”, le recriminaba su padre, severo y recto militar del ejército. “No llores delante de los niños”, le recomendaba su madre antes de salir para la clase.
En el colegio lo abucheaban con la cantilena de “mariquita barre con la escobita”, y le tiraban a la cabeza armeses con una cerbatana de caña. El callaba. Y callaba porque a fuerza de tanto esconderse los sentimientos, a costa de ocultarse así mismo aquello que le bullía dentro, se volvió tartamudo, y entonces era peor, porque si intentaba pronunciar alguna frase y se atascaba, los niños le llamaban “tartaja” o “tartajoso”. El salir al encerado cuando el maestro se lo ordenaba era un suplicio para él.
Las palabras, bolas apelmazadas en su garganta, se negaban a salir con orden de su boca y el maestro se enfurecía. El callaba provocando aún más la ira del educador. En alguna ocasión semejante situación fue obligado a extender las palmas de las manos para que descargaran violentamente en ellas la regla de madera. Un líquido caliente se derramó entre sus piernas y encharcó el suelo. Una nueva cantinela más de burla hacia él: “mariquita meón”.
Pero no lloraba, ni cuando estaba acompañado ni cuando se encontraba solo; aún a pesar de que a veces las lágrimas le ardían en los ojos, no las derramaba Se las tragaba negras como escarabajos y amarga como la hiel. Siempre estaba solo porque él buscaba la soledad. Se apartaba de todos sabiendo que nunca dejaría de ser motivo de burla para ellos, y así pasó su infancia y su juventud, sólo y apartado. Y triste. Su tristeza se hizo vertical, anidando silenciosa junto a su soledad. “Fui niño sin saberlo, me vi hombre sin quererlo” – se decía quedamente.
Y en su madurez lo conoció, Adonis moreno de piel aceituna y ojos de tuareg. Lo miraba medio escondido en el rincón de aquél café que frecuentaba, casi espiando sus jóvenes y aterciopelados movimientos. Latía loco su corazón y se le ensanchaba el alma. Entonces el Adonis también lo miró y se cruzaron sus miradas, ojos que hablaban sin decir palabras, electricidad fluctuante que los recorría a ambos, oscuridad en el ambiente dejando solo visible a ellos dos.
Y se amaron. Y él ya no tartamudeaba y dejó de sentirse distinto porque por primera vez comprendió que no lo era, porque había encontrado a su semejanza y se había despertado el amor que venía de la mano de la felicidad, felicidad tanto tiempo negada, amor nunca descubierto. Supo cuanta era la valía humana que llevaba dentro, cuanto amor tenía para entregar, cuando le quedaba por recibir. Entonces se mostró al mundo tal como era, sin tapujos y sin complejos, junto a su compañero, y a su lado vivió la primera y única historia de amor, maravilloso amor de su vida, fuente de juventud que llegó a él casi en la coronación de su madurez.
Y juntos comenzaron a formar un nido, algodón de caramelo donde crear felicidad.
Ayer murió y hoy ha sido incinerado.
Dicen que no lloró cuando nació, que cuando la comadrona ayudó a sacarlo de las entrañas de su madre no necesito estimularlo para provocar su llanto y facilitar así su respiración.
Dicen que nada más nacer, comenzó a hacerlo por sus propios medios, sin estímulos, sin lloros, tal un vaticinio de las pocas veces que lo haría a lo largo de su vida (que de hecho fue relativamente corta).
Nunca dejaba escapar sus lágrimas; se las tragaba todas, avergonzado como se sentía de esa extrema sensibilidad que lo acompañaba desde su nacimiento. “Sensibilidad propia de niñas”, le recriminaba su padre, severo y recto militar del ejército. “No llores delante de los niños”, le recomendaba su madre antes de salir para la clase.
En el colegio lo abucheaban con la cantilena de “mariquita barre con la escobita”, y le tiraban a la cabeza armeses con una cerbatana de caña. El callaba. Y callaba porque a fuerza de tanto esconderse los sentimientos, a costa de ocultarse así mismo aquello que le bullía dentro, se volvió tartamudo, y entonces era peor, porque si intentaba pronunciar alguna frase y se atascaba, los niños le llamaban “tartaja” o “tartajoso”. El salir al encerado cuando el maestro se lo ordenaba era un suplicio para él.
Las palabras, bolas apelmazadas en su garganta, se negaban a salir con orden de su boca y el maestro se enfurecía. El callaba provocando aún más la ira del educador. En alguna ocasión semejante situación fue obligado a extender las palmas de las manos para que descargaran violentamente en ellas la regla de madera. Un líquido caliente se derramó entre sus piernas y encharcó el suelo. Una nueva cantinela más de burla hacia él: “mariquita meón”.
Pero no lloraba, ni cuando estaba acompañado ni cuando se encontraba solo; aún a pesar de que a veces las lágrimas le ardían en los ojos, no las derramaba Se las tragaba negras como escarabajos y amarga como la hiel. Siempre estaba solo porque él buscaba la soledad. Se apartaba de todos sabiendo que nunca dejaría de ser motivo de burla para ellos, y así pasó su infancia y su juventud, sólo y apartado. Y triste. Su tristeza se hizo vertical, anidando silenciosa junto a su soledad. “Fui niño sin saberlo, me vi hombre sin quererlo” – se decía quedamente.
Y en su madurez lo conoció, Adonis moreno de piel aceituna y ojos de tuareg. Lo miraba medio escondido en el rincón de aquél café que frecuentaba, casi espiando sus jóvenes y aterciopelados movimientos. Latía loco su corazón y se le ensanchaba el alma. Entonces el Adonis también lo miró y se cruzaron sus miradas, ojos que hablaban sin decir palabras, electricidad fluctuante que los recorría a ambos, oscuridad en el ambiente dejando solo visible a ellos dos.
Y se amaron. Y él ya no tartamudeaba y dejó de sentirse distinto porque por primera vez comprendió que no lo era, porque había encontrado a su semejanza y se había despertado el amor que venía de la mano de la felicidad, felicidad tanto tiempo negada, amor nunca descubierto. Supo cuanta era la valía humana que llevaba dentro, cuanto amor tenía para entregar, cuando le quedaba por recibir. Entonces se mostró al mundo tal como era, sin tapujos y sin complejos, junto a su compañero, y a su lado vivió la primera y única historia de amor, maravilloso amor de su vida, fuente de juventud que llegó a él casi en la coronación de su madurez.
Y juntos comenzaron a formar un nido, algodón de caramelo donde crear felicidad.
Ayer murió y hoy ha sido incinerado.
Hoy mis teclado tartamudea después de leerte, la emoción me cuesta encontrar las palabras justas y necesarias para describir lo que siento.
ResponderEliminarEs de lo más hermosos que he leído nunca en un blog y de lo que más me ha llegado hasta bien adentro.
Gracias sobre todo por ser como eres y por mostrarlo al mundo.
Besos
Hermoso, Verdial, y triste. Es triste y es duro ver cómo a tantos como él les robaron su identidad o intentaron cambiársela a base de burlas y de mofas. No les dejaron ser felices con lo que ellos eran.
ResponderEliminarEsperemos educar a nuestros hijos para que acepten a todos.
Un abrazo.
Que precioso! Que bellisimo homenaje!
ResponderEliminarMe ha conmovido muchisimo desde la primera palabra hasta la ultima, una historia tan hermosamente narrada y tan profundamente sentida.
No se hubiera podido expresar mejor, la verdad. Tengo que felicitarla una vez mas.
Buenas noches, madame
Bisous
Bonito homenaje que además expresa sinceramente un afecto y respeto grande hacía la persona que está dirigido.
ResponderEliminarDesgraciadamente no sólo en el sexo existieron estas dictaduras sino en muchas de nuestras actuaciones y así nos luce el pelo.
Ojalá seamos capaces de transmitir a las nuevas generaciones la paz de espiritu y el respeto al prójimo necesario para vivir todos en completa armonía.
Preciosa entrada y que, desgraciadamente, dentro de cuarenta años seguira siendo vigente a no ser que pongamos mucho empeño todos.
Un beso.
Se me antoja que eres una esponja de fibras ultrasensibles empapada cotidianamente de historias reales, llenas de sentimientos, en las que, gota a gota en cada uno de los posts, cuentas los latidos del corazón humano.
ResponderEliminarPrecioso relato y homenaje.
que bonito no sé ni que escribirte pq aun estoy pensando en tus palabras.....
ResponderEliminarbesitossss
Luz de Gas, conocí a JC cuando yo tenía 18 años, y durante los 26 siguientes he convivido con él codo con codo 8, 9 o 10 horas díarias de lunes a viernes. Nunca hablaba de sus sentimientos íntimos pero no hacía falta. Yo sabía perfectamente lo que sentia en cada momento, y él sabía que yo lo sabía. Fuimos cómplices en silencio hasta que conoció el amor y despertó de ese sueño oculto. Pero fue poco el tiempo que pudo compartir conmigo la felicidad que sentía. Un cáncer de páncreas rompió su nueva vida.
ResponderEliminarSi tú supieras cuantas confidencias sin palabras nos unieron y cuanto me duele que no esté...
Daalla, efectivamente no lo dejaron. Padres rectos que negaban la fragilidad de su hijo por "el que dirán", claro que eran otros tiempos, pero cuando la visión de la sociedad cambió él ya tenía el daño hecho.
A los hijos hay que aceptarlos y respetarlos tal y como son, y por supuesto educarlos para que a su vez respeten tan y como son los demás.
La Deme Masquèe, cuando determinados hechos se sientes con el corazón, y se sufren a la par del que los vive, es fácil plasmarlo en un papel o en una pantalla.
No cogé ventaja miarma, pues sí que lo quería (y quiero) muchísimo. Sueño muchas veces con él y lo veo con un semblante de felicidad que me llena de tranquilidad.
Y como dices, y aunque resulte lamentable, dentro de cuarenta años habrá casos iguales.
Teresa, la mayoría, por no decir todas, de las historias que cuento son reales totalmente, y las que no lo son siempre llevan unos retazos de realidad. Muchas veces no hace falta inventar para contar o transmitir algo. La vida de cada uno se encarga de darnos el guión.
Elizabeth, muchas veces un silencio vale más que mil palabras.
Besos
Verdial, creo que poco a poco no hay índices que indiquen a los que no son como se marca la normalidad. Me río yo de lo que se marca como normal, cuando veo el amor de uno de mis mejores amigos, que ha sufrido lo mismo que escribes.
ResponderEliminarMuchos besos y gracias por todo lo que transmites.
Querida amiga,sumar algo mas a los bellos comentarios dejados por tus lectores es muy dificil,hermoso gesto y tributo que espero año tras año podamos volver a leer,me ha emocionado como otros tantos de tus escritos,pero este tambien lleva de alguna manera un mensaje que no debemos olvidar,un fuerte abrazo.
ResponderEliminarAmiga, bellisimo y estremecedor homenaje a tu amigo... Creo que textos como este deberian ser de obligada lectura en los colegios.
ResponderEliminarPara que estas cosas no volvieran a pasar.
Un abrazo, amiga
Hola amiga
ResponderEliminarEs increíble que aún en estos tiempos se siga padeciendo lo que describes en tu relato.
Algún día "los otros" sólo será el título de una buenísima película del Sr. Amenaba.
Algún día todos seremos iguales siendo distintos.
Un besiño para tí y un recuerdo para tu amigo.
Desde Coruña. Diana
PD.
Gracias por tu ánimo, pero lo de la casa me está dejando terriblemente vacía
No se pede creer que tu relato sea una historia verdadera, pero no por que tu lo cuentas sino por "los otros" que han hecho de una vida, un tormento!con el que dirán, se puede decir tantas cosas!de esas otras personas!
ResponderEliminarMe gusta que tu lo recuerdes de esta manera mostrandonos, lo mucho que lo has querido!! te dejo un gran beso!!
Querida Verdial, has pintado un cuadro real, con tal sentimiento y realidad, que me ha llegado al fondo del corazón.
ResponderEliminar¡Cuánto respeto nos falta a todos!
¡Cuánta comprensión por lo demás!
De alguna manera me siento identificado con ese chico, ya que todos los amigos que lo somos en el alma somos tachados de "raros".
Pero... ¡qué importa! no somos borregos, y queremos vivir nuestra propia vida y, lo que es aún más grande...
¡tenemos el coraje de vivirla!
Un beso
( suspiro )
ResponderEliminarUno no puede evitar resoplar y tomar aire luego tras leer tus textos. Siempre tienen un tinte fantástico, como de ficción apegada a la realidad, como de cuento...
... para luego darse cuenta que todo es cierto, que de la ficción a la realidad no hay un paso, sino que son... lo mismo.
Besos
Qué bello verdial, lo he leido dos veces seguidar para llenarme de él.
ResponderEliminarHoy en día a nuestra sociedad le queda mucho que aprender y que respetar a los demás.
Un beso grandote
¡Cuánto amor, delicadeza y buen hacer literario hay en este profundo relato querida Verdial!
ResponderEliminarNo sé si apenarme o alegrarme por él, que en la plenitud, se fue con el regusto más dulce. Decididamente me apena el tuareg, y Ud., que seguro le hubiera deseado un siglo de dicha, para compensar tanto dolor y menosprecio.
Sin palabras... Verdial, me ha dejado con un nudo en la garganta. En los primeros parrafos me siento identificado, en los ultimos.... ojalá. Triste final, pero hermosa historia... una maravilla, precioso, gracias por regalarnos estas plabras escritas.
ResponderEliminarUn abrazo
Magistral, y la selección musical no puede ser más acertada.
ResponderEliminarPrecioso homenaje a tu amigo. Estoy convencida de que J.C., durante sus años más tristes debió de sentirse muy arropado por vuestros silencios cómplices.
ResponderEliminarPero no es una historia triste. Antes de marcharse, la vida cobró sentido para él, la lógica del sentimiento dejó paso al sentimiento, el dolor dejó el paso al amor.
Te mando un fuerte abrazo, Verdial.
Hermoso homenaje Verdial, la verdad es que me has hecho llorar, lo has expresado todo muy bien a través de un gran texto, ni le sobra ni falta una coma.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Maite
En mi blog tienes varios premios para ti si puedes pasa por ellos, besos!!!
ResponderEliminarAtenea, ya ves que el el sentimiento del amor es universal y libre. Es el hombre el que le ha puesto barreras.
ResponderEliminarAmérica, pienso que cada uno de los hechos o situaciones que vivimos, llema un mensaje grabado.
Antoiqva, la educación y la moral en los colegios de ahora son diferentes a las de antes, aunque aún colean situaciones semejantes.
Diana, tal vez yo sueño con una utopía, pero sueño con que llegue un dia (aunque yo no llegue a conocerlo), en el que la igualdad, en todos los sentidos reluzca en la vida.
No dejes que la caja te deje vacía. Tienes mucho dentro para que no ocurra así
Abraxas, por qué será que todo aquél que tiene unos sentimientos a lo que la mayoría cree "normal", lo sacan del redil. Tal vez los diferentes son ellos.
AdR, lo más trágico es que todo es cierto. La diferencia entre la realidad y la ficción cabe en ungrano de arena.
Antón Abab, estoy contigo. Por él me alegro, por el tuareg me apeno, y yo... aqui estoy ente pinto y valdemoro.
El Mahometano,pienso que habrá muchas personas que se sientan identificados por una u otra razón. Todos alguna vez de niños hemos sido rechazados por cualquier cosa, aunque en este caso, creo que la que se portó con más crueldad fue la vida.
Dama, gracias, ya ves, son cosas de la vida. La canción me gustó de siempre.
Sirena Varada, yo a veces le decía "puñetero, que te ha pasado com al "tio Alberto" de Serrat.
Pande, si te he hecho llorar es porque en tu corazón habita la comprensión y la humanidad. No todos lo tienen.
Momentos de la vida, gracias guapa, ahora me paso a por ellos.
Besos a todos.
pd: Quiero agradeceros a todos vuestras palabras. Están llenas de comprensión y solidaridad para todos aquellos que por el motivo que narro, o por otros similares, sufren el rechazo de la sociedad e incluso de sus más allegados. Y eso dice mucho de vosotros.
Que maravilla de entrada, querida Hebrea.
ResponderEliminarEnhorabuena por expresar con tanto arte y empatía.
Un abrazo muy fuerte.-
Gracias Alternativa por tus letras. Yo sé que tu corazón las siente.
ResponderEliminarBesos
Muy bonito... muy triste...
ResponderEliminarPero que injusto hubiera sido si no hubiera amado!!! al menos fue feliz un tiempo, al menos se llevo lo mejor de este mundo. Saber que has amado, y que has sido amado...
Un beso