La tarde llega cargada de sombras y por momentos la oscuridad la
convierte en noche. Como cada día, espero unos instantes para salir. No me
gusta hacerlo hasta que no esté todo bien oscuro, no es conveniente. Cuando lo
considero oportuno, me enfundo en una cazadora negra, me cubro la cabeza con un
gorro de lana y me dispongo a salir del apartamento. Apago las luces y el
contorno de los muebles de diseño se difuminan como por arte de magia. Todo
queda oscuro y yo salgo.
Una bocanada de aire frío me da de lleno en el rostro como para
aseverar que estamos a finales de otoño. Me subo la solapa de la cazadora y
comienzo mi andadura enfilando por la calle paralela a la avenida. Me dejo
guiar por mis pasos, rápidos y ansiosos después de tantas horas de espera a lo
largo del día, inmerso en el trabajo y la responsabilidad que mi cargo de
directivo requiere, aunque últimamente esas horas de trabajo se me hacen
interminables; ha mermado mi capacidad para desarrollar mi tarea. En más de una
ocasión me he planteado la posibilidad de entregarme a manos expertas que me
ayuden a escapar de esta situación en la que estoy viviendo desde que, cuando de un plumazo, y de la noche a la mañana, una ley
erradicó el tabaco de mi vida y de la de muchos. El tabaco está prohibido y
perseguido como una droga dura.
La calle está hoy algo desierta, pocos son los que circulan por ella.
Esto hará más fácil mi cometido. Llegando a una de las bocacalles vislumbro a
media distancia una sombra que camina agazapada y con pasos sigilosos. De
momento intuyo de donde viene. Acelero mis pasos, haciéndolos igual de sigilosos
que los suyos y consigo situarme tras la figura. No me ha oído. Saco de mi toda
la fuerza reprimida y me avalanzo sobre ella. No le da tiempo de resistirse. Le
rodeo el cuello con mis manos y aprieto, aprieto con todas mis fuerzas hasta
que oigo partirse la tráquea. Su cuerpo patalea inconteniblemente mientras sigo
apretando hasta que por fin sus movimientos convulsivos cesan. Lo dejo caer al
suelo y le doy la vuelta. Es un hombre. Impaciente y tembloroso registro sus
bolsillos hasta que encuentro lo que busco: un cigarrillo, mi cigarrillo del
día. Lo guardo en mi bolsillo y regreso rápido sobre mis pasos.
Hoy he tenido suerte. Otras veces el sacrificio no da resultados positivos.
*Imagen: Sin datos - Internet
¡¡¡Sorprendente!!! Ya te dije mi opinión
ResponderEliminarLa derrota alcanza también a quien rehúye el combate...¡Buen relato,pardiez!
ResponderEliminarVerdial, ¿te has pasado a la crónica negra?, no es habitual en ti...
ResponderEliminarHace más de dos años que no fumo, después de haberlo hecho toda la vida y algo comprendo cuando necesitas un cigarro...pero hasta ese extremo de matar, no se, no se.
Deseo que sigas bien.
No me digas Verdial que eres de las que fumas, pues chica ahora ya no se lleva ésto.
ResponderEliminarBuen relato que nos has dejado, que tu vida no esté atada al cigarrillo que mata.
Un abrazo fuerte y no tomes mal mi comentario si eres de los que fuman.
Genial. Te felicito por el relato.
ResponderEliminarCreo que a este paso, no llegaremos a ese punto, pero andaremos cerca con las prohibiciones:)
Abrazos
¡Yo he pasado por eso! :)
ResponderEliminarMe gusta el tono, el ambiente: negro como el alquitrán.
Hay una película de los años '30 llamada "Soy un fugitivo". En el final, le preguntan al protagonista (un inocente condenado a prisión injustamente que se escapa varias veces) cómo se apaña para sobrevivir: un primer plano entre sombras, ojos desecajados y susurra: "Robo"
Me lo has traído a la memoria.
Abrazos, Verdial
Magnifico... Un magnifico cuento negro cuyo trasfondo no deja de ser algo trivial.. La lucha por un simple cigarrillo...
ResponderEliminarAunque quizas no sea nada trivial...
Magnifico,amiga
Un abrazo
Muy bien llevado el suspense. Me ha gustado mucho este relato.
ResponderEliminarUn abrazo
Beautiful story. appealed to me.
ResponderEliminarBuen suspenso y atmósfera has recreado,he caminado en la oscuridad al acecho,sintiendo todo el ambiente descrito.
ResponderEliminarUn asesino en serie el protagonista o el cigarrillo...Estupenda amiga...dejarnos pegados a la silla hasta terminar ha sido maravilloso.
Besos artistaza.
Muy bueno Verdial, y te me has adelantado. Ya venía pergeñando yo desde hace días escribir algo sobre el síndrome del tabaco, el cual no padezco por suerte.
ResponderEliminarExcelente!
Un abrazo.
Aún cambiando de registro eres magnífica....te lo dice la enemiga número uno del tabaco... y la que más sufre cada vez que veo a mi hija encender un cigarrillo, Dios que condena....ese sindrome de abstinencia tuyo me ha mantenido en vilo jejejejeje.
ResponderEliminarAbrazotedecisivo guapa
Estupenda la forma de contarlo...
ResponderEliminarSaludos y feliz domingo.
Hacía tiempo que no leía un buena novela negra. A mitad de tu relato enciendo un cigarrilo y me dispongo a continuar. Al final lo he dejado que se consuma en el cenicero.
ResponderEliminarFantastico Verdial.
Un abrazo.
Que bueno.....!!!
ResponderEliminarTe felicito.
Un abrazo Verdial.
Precioso!
ResponderEliminarmuy bueno.
un abrazo!
Hello, verdial.
ResponderEliminarThe graceful sense wraps your artworks.
It's excellent and lovely...
The traditional celebration, kimono infants.
The season of colored leaves, heartwarming atmosphere.
The prayer for all peace.
Greetings.
From Japan, ruma ❀
fantástico!!
ResponderEliminaryo casi tendré que hacer lo mismo para conseguir ver a alguien fumar fuera de los muros seguros de su hogar, pardiez
La Vida es Vida y hay que vivirla,sin dejar de caminar, siempre adelante.
ResponderEliminarGRACIAS
un fuerte ABRAZO
maite
Gracias Verdial, yo no creo en el plagio, jamás tomaría nada de un compañero mio sabienod que es suyo sin decir que lo ha creado, creo que es una falta de respeto terrible. He tenido mucho problemas, demasiados y desengaños ya ni te cuento. Muchas gracias.
ResponderEliminarExcelente post, realmente hermoso sinceramente todo un gusto visitarte.
ResponderEliminar