Mira, ni te vas a creer lo que me ha pasado. Vamos, cosa mala, que tengo desde hace unos días el cuerpo “cortao”.
Resulta que el otro día voy y me pongo a hacer Angüelas que es un dulce típico de esta tierra en Semana Santa, y de paso colgar la receta en mi blog de cocina.
La receta que yo tengo, vamos, que es del tiempo “ven que te peino las trenzas”, no te digo más de que es una receta de la Chacha María …. Y la Chacha María era hermana de mi bisabuela, así que haz tú la cuenta del tiempo que puede tener la receta.
A ella la llamaban de tal o cual casa, y quedaban para tal día a tal hora; y allí se presentaba la Chacha María con su lebrillo de barro vidriado para hacer la masa, y el rodillo de madera pa extenderla, y desde luego con la maja y el almirez pa majar los ingredientes de especias, que decía ella que no le gustaban los “cacharros de cocina” de la gente por muy pudientes que éstas fueran, que como los suyos, ningunos.
Bueno a lo que iba, pos que éso, que hice las Angüelas por la mañana y por la tarde va y se presenta en mi casa mi amiga “la bruja”, que ya he hablado de ella en otra ocasión, y va y me dice que qué bien huele al entrar en la casa a dulces de miel, y yo le digo que he hecho Angüelas, que si quiere probarlas con un poquito de café Saimaza. Dice que sí, y digo yo que pos venga, que vamos al salón a tomarlo allí, porque la tarde está muy nublosa y hace viento frío pa tomárnoslo en el porche.
Así que entramos en el salón, y cuando me dispongo a poner el mantel va mi amiga y que suelta así, a bocajarro:
“¿Quién es esa “mujer” que está sentada en la butaca?” “¿Qué “mujer” y en qué butaca?, le digo yo.” “La butaca que hay al lado de la ventana. Allí hay sentada una “mujer” mayor vestida de negro.” “Pos yo no veo a nadie.” Y como a mi amiga le va cantidad la guasa, pensé que me estaba gastando una broma. Pero luego cuando la miré supe que de bromas y de guasas nada.
Entonces yo me puse muy pero que muy seria. “A ver Elena (no se llama Elena, pero no quiero poner su nombre), explícame bien eso de la “mujer” y déjate de cachondeo.”
Y va mi amiga y me dice seriamente que en la butaca hay sentada una mujer, que tiene el pelo recogido en un rodete en la nuca, que su pelo es negro pero con muchas canas, que los pendientes son largos pero también negros, no tiene dientes en la parte de arriba y le falta el dedo índice de la mano derecha. Está vestida de negro pero tiene un delantal blanco, y en la falda le descansa un lebrillo vidriado. Dice que está quieta pero que parece que nos observa.
Mira, yo no sé lo que me entró por el cuerpo. Me morí de miedo, y eso que a mí no me dan mucho miedo estas cosas, pero vamos, que en un caso así, tan directamente, tu me dirás.
A mí lo primero que se vino a la cabeza fue la Chacha María , no sé yo porqué, tal vez por lo de las Angüelas, que no por otra cosa, que yo no conocí a la Chacha , que murió mucho antes de que yo naciera, ni había visto nunca una foto suya, entre otras cosas porque no creo que hubiera fotos en su época. Pero mi madre sí que la conoció cuando era muy chica, así que de inmediato la llamé por teléfono y le pregunté cómo era.
A medida que mi madre la describía yo me iba poniendo más y más mala. Ni te imaginas, porque mi madre la describió tal y como lo hizo mi amiga. Y para colmo va y me dice que el faltaba el dedo índice porque se lo pilló con la máquina de deshuesar aceitunas en el almacén en el que trabajaba. ¡No te digo ná!.
“¿Qué pasa niña? ¿Por qué quieres saber como era la Chacha ?” “ Por nada “omaíta”, curiosidad solamente.” Y colgué.”
¡Eha!, ahora me dices tú a mí que hago. Yo no la veo desde luego, pero lo mismo es y así son las cosas: parece que la Chacha María está sentada en la butaca de mi casa. Ni pasar por el lado de la butaca quiero yo, de yuyu que me dá, pero ahora, éso sí, cuando al amanecer entra el sol, yo voy y bajo la persiana, vaya que le moleste tanta claridad a la pobre Chacha.
Y a ver que coño hace la Chacha en mi casa, que ni yo la conocía a ella, ni ella a mí ni ná de ná. Es que no quiero ni sentarme en la butaca por eso de que podría estrujarla. Joder. Yo no sé si habrá acudido al olor de las Angüelas como las abejas acuden a la miel, pero la cuestión es que dice que está aquí. Pos vaya una leche. Y pa colmo, mi amiga se fue y me dejó el marrón.
Mi marido dice que aproveche ahora que está aquí pa que me haga unas poquitas de empanadillas, (vaya mi marido también con el cachondeo), pero yo, de verdad, que estoy deseando que sea más tarde pa llamar a mi amiga a ver qué hago. O por lo menos que venga y me diga si aún sigue aquí, que a lo mejor ya se ha ido y yo, como no la veo, pos no lo sé.
No te digo!!!!!.
Ahí os dejo el enlace de la receta de las Angüelas, a ver si el que tenga valor de entrar en el blog a leerla se lleva, además de la receta, a la Chacha María y me quita el problema de encima.
(Esto es verdad, y me ocurrió el año pasado en Semana Santa. Este año no he hecho las Angüelas, porque estoy esperando a ver si la Chacha se levanta de la butaca y me las hace ella, porque ya que parece que está aquí, pos que colabore, leche, que yo sola no puedo con tó.)
Pues te está vigilando la chacha para que las hagas bien, que como te equivoques te jala las patas eh???
ResponderEliminarNo te preocupes que no te morderá, y es todo un honor que esté en tu casa eso da fe de que tus angüelas son capaces de resucitar a un muerto de lo deliciosas que están...
Abrazos.
Mi querida Verdial,
ResponderEliminar¡¡Qué arte tienes!!...Precioso relato y una gran señora tu Chacha María.
Debes cocinar de maravilla...Seguro que es eso ;). Anoto la receta y espero ponerme a ella el finde próximo.
Me largo a tu otra web para seguirte... a ver si aprendo a cocinar algo decente.
Un abrazote enorme, de corazón.
Un abrazo. Me ha traído tu relato gratos recuerdos.
ResponderEliminar¡Vaya con la Chacha Maria¡, es genial, me trae muchos recuerdos, lo de los pestiños y los roscos de vino. Un beso
ResponderEliminarno le tengas miedo q lo unico q hace es protegerte a ti y a tu familia y rezale q le vendrá muy bien
ResponderEliminarbesitosss
Pufff, menos mal que te leo a estas horas porque de haberte leído anoche no hubiese podido ir a orinar de madrugada sola malvada...
ResponderEliminarBesos
No me digas que es verdad que me da algo. Y si lo fuera ¿por qué nos darán miedo? A lo mejore stán protegiéndonos o cuidándonos o viviendo en otra realidad.
ResponderEliminarCAda día escribes mejor y me temo que cocinas todavía mejor por como hablas y tratas el tema.
Besos
Mucho debe de quererte para aparecer por ahí cuando vas a hacer angüelas. Seguro que lo que desea es inspirarte para que te salgan aún mejor.
ResponderEliminarMiedo sólo debemos tenérselo a los vivos.
Un abrazo.
Pues no conocia yo el postre en cuestion. Echaremos un vistacito a esa receta.
ResponderEliminarMadame, deberia usted dejar de hacer anguelas. Yo creo que ella no descansara en paz hasta que desaparezca el postre. Puede que sea lo que la retiene, como si considerara necesaria su presencia cuando de ello se trata.
Bisous
Hola Verdial, yo creo que estás muy bien acompañada. Tenemos tanto miedo que no nos deja ver más allá de nuestras narices, nos da miedo lo desconocido y lo que no podemos controlar. Ahora bien¡ creo que está muy bien que le pidas colaboración, seguro que le gusta. Muchos besos.
ResponderEliminarEduardo Galván, pues que vigile, que vigile, pero no se arranca a hacerme los dulces este año.
ResponderEliminarLujo, Ten cuidado con la recera vaya a ser que se te enganche la Chacha.
Felipe Sérvulo, todo lo antiguo trae gratos recuerdos ¿verdad?.
Isabel, los roscos de vino están de muerte (jejejeje, como ella).
Elisabeth, no me da miedo, es más, bromeamos mucho con ello.
Luz de Gas, es verdad que me gusta mucho cocinar. A ver si un día te invito a unas migas con naranja agria.
Daalla, que verdad más grande. A los vivos son a los que hay que temer. Y tanto que sí.
La Dama Masqueé, hay Dama, no digais vos esas cosas, que el dulce esta de muerte de rico. Por Dios que no desaparezca aunque la Chacha se quede en mi butaca para siempre.
Atenea, pues claro, ya que me está quitando la butaca que al menos se pringue en algo ¿no?.
Besos de miel para todos.
Este es uno de mis post preferidos. Fíjate que la situación es como para morirse de miedo, y en cambio tu lo cuentas con tanto salero que arrancas la carcajada..Viva la mare que te parió.
ResponderEliminarUn beso. Gracias por todos los coments que me dejaste en la bitácora. No sé de donde sacas el tiempo pa tó hija mía.
P.D Ahora mismo me voy a leer la receta. Hebrea, me gustaría que pusieras algún postrito sin huevo (que mi niño es alergico al huevo) y así de paso aprendo alguna receta nueva.
Creo que La Chacha María lo que pretende es que continúes tú haciéndolas y no se pierdan, porque seguro que te salen "de lujo".
ResponderEliminarPasaré por tu otro blog a recoger la receta aunque tenga que llevarme a la Chacha María. No querrá venirse eres tú quien continúa su labor.
Has mantenido la intriga hasta el final. Eres genial.
Un beso.
Me encanto el relato pero a la vez senti miedito, poque yo si creo que esas cosas suceden y suceden por alguna razon, si ella esta ahi y no la vez, la veras. Besos, cuidate.
ResponderEliminarMe has traído recuerdos de las historias que mi padre nos contaba de sus parientes, los chachos del cortijo, en Córdoba....
ResponderEliminarUn abrazo
Antonio
Tu Chacha María,siempre contigo,precioso relato con ese sabor tan tuyo,me trae tambien recuerdos,dulces y lejanos,Abrazos.
ResponderEliminarHola verdial, creía que había venido a visitarte, perdona, pero soy puro despiste, sí vine el otro día, y en lugar de dejar mi huella, escribí en la entrada de otra persona, que encima ni maldita la gracia, ya sabes cosas del interneteeeeeeeee.
ResponderEliminarMe ha encantado esta entrada, la verdad me encuentro muy agusto en esta tu casa.
Un fuerte abrazo neniña
Maite
Quise ponerte un comentario en tu maravilloso blog de cocina, pero algo pasó que no me dejó ponerlo. De manera que te lo pongo aquí.
ResponderEliminarEres increíble Hebrea. Algún día la vida tiene que recompensarte con creces..ya lo veras.
Mil gracias, de verdad que no se cmo agradecerte lo mucho que das y lo mucho que vales amiga.
Las recetas hmmmm tienen una pinta que se salen de buenas ¡¡¡¡
Un besazo.-
Solo pasaba para desearte un feliz domingo. Un beso
ResponderEliminarFELIZ PASCOA
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Es mi primera visita pero no será la ultima me ha gustado mucho lo que escribe y la he enlazado para pasar mas seguido, besos.
ResponderEliminarY fue el año pasado??....y este año que???, tu amiga la ha visto luego?...quiere decir que todavia esta alli? :>
ResponderEliminarPeo bue, se trata de la Chacha no?, sera mejor que se quede tranquila y solo te vea cocinar Verdial, imaginar que un día de estos veras volando cucharillas y cazuelas en el aire creo que te daría un susto mayor.
Gracias por ir a mi cuevita..he estado bastante ausente por falta de tiempo...pero siempre siempre pienso en todos uds. Un abrazo.
Hola, no te preocupes demasiado, que seguro que la Chacha está ahí vigilando a ver cómo te salen los dulces. En serio, no debemos temer a los seres que nos acompañan, siempre que sean allegados, no creo que quieran nada malo para nosotros. En casa, he tenido que convivir con muchas de estas historias a causa de mi madre, que al parecer tiene cierto "don" para relacionarse con los que ya no están, y de niña me daba pánico pero terminas acostumbrándote.
ResponderEliminarUn abrazo.
Alternativa, pues no me da ningún miedo. Sobre las recetas, ha sido un gustazo.
ResponderEliminarTeresa, avísame si te la llevas pa poder sentarme en la butaca.
Poetiza, yo también, aunque diga que no, creo en esas cosas. Y mucho.
El Callejón de los Negros, antes los chachos y las chachas eran como el pan de cada día.
América, ni siquiera conocía a la chacha, pero ya ves, por aquí anda.
Pande, si es que esto de internet es como el misterio de la chacha maría.
Alternativa... me sobrevaloras.
Isabel, otro beso para tí.
Feli, y otro para tí.
Pensamientos, gracia por tu visita, ahora me paso por tu blog.
Noche, mi amiga ha pasado tres pueblos del tema y me dejó el marrón.
Lola, ya me gustaría a mí hablar con tu madre. Creo que tenemos muchas cosas en común.
Besos de la Chacha y míos para todos.
Cuando te descubro relatos como este que no he podido leer en su tiempo los aprecio mucho.
ResponderEliminarDe los tuyos muy bueno que siga en tu casa y te de una ayuda en la repostería.
Un abrazo