lunes

Super De Barrio


Costa Sur - Cheli te quiero

(Pintura "Tienda de Comestibles" - Tomás Castaño - El museo virtual)

-->
El otro día, y bien tempranito además, salí de casa para comprar unas cosillas en el Covirán. Mira tú si era temprano que abren a las 9 y tuve que estar un rato en la puerta esperando que abrieran.
El Covirán es un supermercado de barrio, casi como los de antes, que aunque no está en mi zona a mí me gusta ir, porque la gente que va allí es muy sanota y campechana, y ya nos conocemos todos. Y además entre los mismos trabajadores son como una familia en la cual participamos todos los clientes.
Muchas veces me encuentro allí comprando a mi amiga La Bruja y siempre me dice alguna que otra cosilla premonitoria que ha tenido.
Es un supermercado pequeñito, pero mira, tiene de todo. Allí hay frutería y verdulería, carnicería, pescadería, panadería… además de todo lo que puedes encontrar en un supermercado. Y además, por ser un super de barrio, los precios son más baratos y siempre hay ofertas.
Yo ya los conozco a todos en demasía y con todos he trabado una pequeña amistad.

Está Manolo el pescadero, un hombre de cuarenta y pico de años, bajito, metidito en carnes, con gafas de montura negra y algo canoso. ¡Ah!, y con una prominente barriguita (ahora anda el pobre pachucho con eso de la próstata). Pero mira, aunque tiene buen pescado y variado, a la hora de despachar es una cosa mala. El tío tiene despachando unos coj… que se los pisa. Por Dios Bendito, si pa comprar un kilo de boquerones te tiras allí tres cuartos de hora. Ahora eso sí, el hombre es dicharachero y simpaticón. Hoy le compré un bacalao fresco que quita las “tapaeras der sentío”.

La carnicera es Encarnita, también metidita en carnes (y nunca mejor dicho), y además padece de artrosis en las cervicales, la pobre, siempre está liada con los relajantes musculares

La cajera es una chavalita de poco menos de 20 años que se conoce que como es joven, pos eso, que hace su trabajo con mucha rapidez. A mí algunas veces me pone mala tanta actividad. Oye, que pasa los artículos por el scaner con una rapidez…, vamos, que no te da tiempo de meterlos en las bolsas. No has llegado a meter el primero y ya te está dando la cuenta, y tú tienes que entregarle el dinero por encima de la montaña de “mandaos” allí acumulados, y hasta te pones nerviosa. Y no queda ahí la cosa, sino que te da el ticket y el cambio, así casi a voleo, y ya comienza a pasar los “mandaos” del cliente siguiente.
Que agobio, hijo.

Ahora, mi preferido es Antonio (Antoñito le digo yo), el frutero. Es un chiquillo también de unos 20 años, delgadito y frágil. No es bien parecido pero tiene unos ojos negros enormes. Además tiene un poquito (en realidad mucha) pluma. Al principio como que lo escondía, pero ya, y como yo le digo, “se ha soltao la melena”, y se vuelve loquito con todos los comerciales y representantes que llegan a promocionar sus productos. Con los que peor se pone son con los repartidores que llevan la mercancía: El de los Donut, el del Pan Bimbo, el de los Dulces Martínez, el del Matutano…, vamos, todos “mu bien plantaos y de mu güen ver”, que hasta a mí se me van los ojos detrás de tales yogures.
A ésos les dice todo lo habido y por haber. Yo creo que se los comería si pudiera, (y creo que yo también) porque la boca se le hace agua; aunque últimamente está más serenito porque se ha echado un novio (y le canta “Cheli te quiero Cheli yo te adoro”) y además dice que se ha presentado a una entrevista por si puede entrar en el Mercadona. Pena me va a dar a mí si se va.

Pos esta mañana cuando fui a comprar la fruta y la verdura (mira, me traje unos pimientitos verdes de esos “del terreno”, pa hacerlos fritos que vamos, estoy deseando que sea la hora de la cena pa comerlos), resulta que no estaba el Antonio, que por lo visto estaba desayunando, y la persona que lo sustituía era nueva, que dice que también lo va a sustituir en las vacaciones, y yo me quede de piedra, porque hacía años que no la veía. Era la sobrina de mi vecino Antonio, el que ataba el mulo a la ventana cuando yo era pequeña (ya he contado sobre eso). Y nada, que me alegró de verla y le pregunté por sus tíos, que yo les había perdido la pista hace tiempo, y me dijo que ya hacía tiempo que habían muerto. Por Dios que rápido de va la gente.
Mientras me atendía estuvimos recordando aquellos tiempos, y yo me fui luego pal Centro Comercial Los Alcores pa comprarme un par de vestidos y unos zapatos, y estuve todo el tiempo la mar de feliz.
Y es que es muy reconfortante encontrarse con gente que hace tiempo que no ves.

Sí señor, me gusta el Covirán.

Nota: Si quieres tener la rumba que canta el Antoñito pincha aqui

16 comentarios:

  1. por casualidad pase por aca.
    y me ha gustado mucho..

    ResponderEliminar
  2. Hola verdial, perdona que hacía tiempo que no venía por tu rincón, con los escritos tan lindos que tienes, y sobre todo entrañables como éste.

    Qué pena que ya no van quedando ultramarinos, y esas tiendas tan llenas de ternura, en las cuales se hace amistad, para siempre con sus dueños, odio las grandes superficies huyo de ellas como de la peste, no van con mi manera de ser, sencillamente me parecen tan frías...

    Un placer ha sido leerte como cada vez que me paseo por tu entrañable casa.

    Un fuerte abrazo Amiga, y gracias por tus comentarios tan certeros, salidos de tu interior, se nota.

    Maite

    ResponderEliminar
  3. Perdona no me he fijado si recoges premios si así fuese, vete a mi blog y te otorgo el premio blog de oro, y sentimientos. De no tenerlo por costumbre, no te preocupes, lo entiendo y respeto.

    besossssss

    Maite

    ResponderEliminar
  4. Me han entrado ganas de hacer la compra en tu super...
    Un abrazo. J.J.

    ResponderEliminar
  5. Jejejejeeje!! es como estar paseando por el super. me los he imaginado a todos en vivo.

    Un beso, campechano

    ResponderEliminar
  6. genial genial mira q me gusta los repor q hablan sobre nuestros barrios y nuestra gente....es como acercarse un poco mas a la persona q lo escribe...

    besitoss

    ResponderEliminar
  7. Que agradable es hacer las compras, me gusta ir al supermercado y pasar rato en el departamento de frutas y verduras, y solo por aspirar el olor de los melones, un gusto leerte, al hacerlo hasta parece que huele a sandia, lindo texto, cuidate, besos.

    ResponderEliminar
  8. Son estos textos con sabor a diario,las cosas que nos acercan,esas relaciones mas cercanas que se van perdiendo,me gusta tanto leerte.

    ResponderEliminar
  9. Hay veces que acabamos manteniendo una relación especial con los tenderos, yo también tengo un Covirán cerca, lo frecuenta mi madre y son, clientes y empleados, como una familia.

    ResponderEliminar
  10. Verdial estoy de nuevo aquí, para agradecerte los comentarios que me dejas, y dada mi sensibilidad me hacen mucho bien, me pasa lo mismo que con... no sé si me estoy equivocando tiene por avatar un pajarito, me parece que se llama Celia, ahora me hago lío, pero escribe con mucha reflexión y muy certeramente, siempre que la leo o me deja algún comentario me hace respirar bien.

    Es curioso este mundo de los blogs hay personas maravillosas...

    Un fuerte abrazo, verdial

    Maite

    ResponderEliminar
  11. Yo también frecuento tiendas de barrio, el ambiente es parecido al que muestras en tu relato,una maravilla de gente.
    He vivido estos días de Semana Santa encuentro con gente que hacía mucho tiempo que no veía y como tú, me he sentido gratificada.

    Un beso

    ResponderEliminar
  12. Paso a dejar saludos y beso, cuidate amiga.

    ResponderEliminar
  13. Que frescura tienes mujer, me he leído varias de tus recetas también, a ver si aprendo alguna cosilla.


    Besos.

    ResponderEliminar
  14. Leyéndote dan ganas de salir corriendo al supermercado de la esquina..jejeje. A mí también me encanta ir a la compra, es una de mis tareas favoritas.

    Un abrazo.-

    ResponderEliminar
  15. Eres divertida. Lo que es de agradecer.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  16. No sé la razón (algo habrá fallado con el ordenador) pero no había visto que tu blog estaba actualizado desde la entrada de "En mi atardecer". Me gusta mucho tu descripción de ese supermercado de barrio. Me recuerda a los de aquí. Te encuentras a parecidos trabajadores entrañables como los que describes y la gente que va es auténtica, intentando salir adelante en la vida como puede.
    Un abrazo, Verdial.

    ResponderEliminar