miércoles

La Patata Llama A Mi Puerta

("Niñas en el pilón de agua" - Oleo sobre lienzo - 1886 - Berta Morisot)

Madrecita - Antonio Machín

Estábamos mi hermana y yo jugando en el patio a “la tiendecita”. Yo era la tendera y ella la clienta (luego nos cambiábamos), y la mercancía que se vendía en la tienda provenía de las hojas y flores de las macetas que mi madre y mi abuela tenían en el patio y que mimaban como oro en paño, así que jugábamos medio escondidas entre esa maleza casera, mayoritariamente verde, pero salpicada con el morado de los Alhelíes, el blanco del Jazmín del Príncipe o el rojo de los Geranios, entre otros más.


Mi madre trajinaba por la cocina con su delantal inmaculado y lazo almidonado, que mi madre era muy presumida y además tenía motivos para serlo, y de tanto en tanto, se limpiaba las manos para darle volumen a la radio de cretona, que lucía en una repisa de la pared como si de una milagrosa imagen se tratara, allí, en alto (al menos yo no llegaba), con un paño de encajes como lecho, y ricamente adornado por encima con un mantelito de flores rematado de madroños rojos y verdes. 
La radio lanzaba al aire las notas melodiosas en la voz de Antonio Machín o Imperio Argentina, ídolos de mi madre, que era cuando ella le subía el volumen, (mi madre escribía cartas a un programa para que le pusieran la canción “madrecita” que ella le “dedicaba con todo el cariño a su madre que la estaría escuchando”), y también cuando...
radiaban el concurso matinal de las adivinanzas, y ella conocía la respuesta.


Mi hermana y yo, entre cortar “fiambres” de tallos de geranios, y envolver los filetes de hojas flor de la china en papel del diario ABC, fundado por don Torcuato Luca de Tena en 1903, nos echábamos agua de la cubeta del pozo, que sí nos estaba permitido mojarnos porque hacía mucho calor. Todo el día andábamos en “carzones”, pues no había medios monetarios para comprar bañadores. Para estar fresquita en casa se estaba en “carzones” de tela, altos y holgados, precursores de las bragas de nylón (luego, cuando ya cumplí los 10 años no me lo permitían).


Subió mi madre el volumen de la radio a la par que gritaba “¡niñas callarse que me quiero enterar de esto!”.


Y esto era nada más y nada menos que un concurso radiofónico, que los había en abundancia.
Este en cuestión llevaba por título “La patata llama a mi puerta”, y consistía en que no sé qué vendedor o empresa, regalaba cada día 50 kilos de patatas al que tuviera la suerte de ser el afortunado.


Claro que tenía unas normas que había que cumplir y que mi madre nos explicó a las dos pacientemente, esperando sin ninguna duda nuestra colaboración.
La cosa era que el tal señor, (imagino que él señor no, sino un operario) cargado con el saco de 50 kilos de patatas podía llegar a tu casa y llamar, pero, el truco estaba en que tú no podías abrir así porque sí, sino que primero tenías que decir la frase que te podía dar la suerte:“la patata llama a mi puerta”, y si abrías y era el señor, pues nada, las patatas para ti.


Así que mi madre nos aleccionó con explicaciones muy convincentes: “Ay Dios mío si me tocara el saco de patatas, que alegría más grande. Mira, iba a hacer papas fritas con huevo, papas fritas con tomate, papas guisás con huevo, papas con garbanzos, y los domingos, papas con costillas, así que ustedes, niñas, cuando suene el aldabón, ya sabéis, no se abre hasta  que no se diga “la patata llama a mi puerta”, que si no, el hombre se las lleva por donde mismo ha venido.
Igualmente aleccionó a mi abuela “que sí Dolores, que si nos toca mirusted que suerte, con lo malamente que estamos, que su hijo tiene un jornal mu chico”. Y mi abuela pasó por el aro diciendo “¡Ozú, Ozú, Ozú!, las cosas que hay que ver”, aunque me daba yo cuenta que cuando llamaban a la puerta ella se daba trazas de estar haciendo cualquier cosa para que acudiera otro.
Y también lo intentó con mi padre “que mira niño, que nos hace mucha fartita, y con lo que a ti te gustan las papas… y esto y lo otro”, pero mi padre no tragaba. “Lola por Dios, que eres más inocente que un chiquillo chico, que eso lo hacen na más que pa propaganda. Vamos, que tú te crees que te van a dar así por la cara un saco de papas…ni a ti ni a nadie, con lo mala que está la cosa. Eso no se lo cree ni el que se tragó el ropero” (expresión muy propia de entonces y de mi padre).


Y allí estábamos mi hermana y yo todo el día, cada vez que llamaban “la patata llama a mi puerta”, como dos cacatúas a dúo. Pero que mala suerte que nunca era el del saco. Tras la puerta se escuchaba una voz “niñas que soy yo, Pepa, o la Nati, o la Carmela la Rata, o Amparo… en fin cualquiera menos el que queríamos que fuera.
“Omaíta, que ya nos da vergüenza de decir tantas veces “la patata llama a mi puerta”, que siempre se ríen de nosotras” “Pos hay que decirlo niñas, hay que decirlo, que yo también lo digo, ¿y si viene y no lo decís y le da el saco a la María o a la Encarnita?”.
“No por Dios Santo, omaíta, a la Encarnita no, que sus hijas la María Luisa y la Paqui nos pegan mucho” “Ea, pos por eso, a decirlo antes de abrir”.


Como el hombre no venía, llegó un momento en cada vez que llamaban ya repetíamos la frase al unísono mi madre, mi abuela, mi hermana y yo, y además con la voz un poquito (mucho) elevada, pa que se escuchara mejor. Y siempre se escuchaba: “abre coño, que soy la tal o la cual”

Un mes duró el concurso y yo no sé la cantidad veces que pronunciamos la frase “la patata llama a mi puerta”, durante ese mes.
Al mes lo dieron por finalizado y el hombre del saco de los 50 kilos de patatas nunca llamó a nuestra puerta.
“Valiente tío malaje”, decía mi madre. “Fíjese usted, Dolores, lo que son las cosas. El saco seguro que le ha tocao a un pudiente. No, si es lo que yo digo, el que nace con mala estrella anda estrellao siempre”. Y mi abuela “ozú, ozú, ozú, se ven cosas que colgando parecen bolsas”.

Mi hermana y yo, con la boca seca y la lengua como la suela de un zapato de tanto decir “la patata llama a mi puerta”, pues hasta nos alegramos por el alivio, aunque entre susurros nos decíamos: “que buenas unas papa fritas ahora ¿verdad hermana?” “Verdad”.


Ha llovido mucho desde entonces, pero que quieres que te diga, más de una vez, y supongo que con un poco de cachondeo, cuando llaman a mi puerta suelto: “la patata llama a mi puerta”.


Y es que hay cosas que no se olvidan en la vida.

21 comentarios:

  1. Desde luego me ha encantado tu blog.
    No podia acceder a los mensajes por problemas con mi conexión móvil del verano, pero por fin lo conseguí...
    Me gusta mucho y con el relato este me he reído.
    ¡hay que ver lo poco asequibles que eran antes productos que ahora los podemos comprar relativamente baratos!
    Y como se nos quedan los titulillos que tanto decíamos cuando niñas.

    Hasta otra, un beso

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  2. jajajajaja, Verdial querida, que me encanta como escribes, como nos cuentas esas cosas tan preciosas, tan entrañables, tan de "una". Esta historia la he disfrutado a topeeeeeeeeeee, me ha gustado mucho, y me has traido recuerdos de cuando mi hermana y yo, también jugábamos con plantitas y demás a tenderas y mamás....cuantas chiquillas del mundo Dios mio, comenzaríamos nuestra labor de administradoras de la casa (jajajaja) con esos jueguecitos.
    ¡Que bonita historia!
    Pues la "patata no llama a tu puerta" pero..."momentosdecisivos está encantada de haber llamado un día a tu puerta y haber entrado" aunque sin el saquito de patatas, ya bien que lo siento eh!!!! jajajajaja.
    Un abrazote fuerteeeeeeeeeeeeeeeee

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  3. Me he sentido muy identificada, me encanta como cuentas las cosas.
    Una alegria de volver a tu blog, y además, como eres de las últimas (V, orden alfabético) en visitar, es todo un placer.

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  4. Sé que tu imaginación e inventiva dan para mucho pero este relato me suena como muy real y familiar.
    Yo fui el "muñeco" de juego de mis dos hermanas mayores y vecinas de la casa y recuerdo estas tiendecitas donde vendían de todo y lo malo es que algunas veces me hacían beber y comer ciertas barbaridades, después cobraban pero a mi ya me habían hecho la faena.
    Un beso

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  5. Que bueno Verdial, es buenísima la anécdota que supongo que será completamente verídica.

    A partir de ahora cuando llamen a mi puerta creo que me voy acordar de la patata.

    Pir cierto que ganas de patatas fritas (no congeladas sino peladas) me han entrado

    Besos preciosa

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  6. Hola Verdecita!
    Caray qué simpático además de lleno de añoranza tu relato!!!!
    Sería genial que un día llamaran a tu puerta y delante de tu mamá dijeras:"La patata llama a mi puerta" y alguien os entregara un saco de patatas o de rosas, da igual, pero revivir todos vosotros junto aquéllos días!
    Gracias por el ratito Verdial.
    Desde Coruña un biquiño.
    Diana

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  7. Ay, madame, que historia tan deliciosa! Impregnada en una nostalgia encantadora y con toda la gracia del mundo.
    Sabe?, creo que a partir de ahora tambien yo diré "la patata llama a mi puerta".
    Muchisimas gracias por regalarnos este relato.

    Buenas noches, madame

    Bisous

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  8. Te imaginaba alli a duo, La patata llama a mi puerta . Y es verdad que hay cosas que no se olvidan ni falta que hace. Me ha gustado mucho tu manera de contar :)

    Un saludo.

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  9. Preciosa historia, yo jugaba con mi vecina, yo casi siempre quería ser la tendera, pero tu lo cuentas de una forma entrañable. Un beso

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  10. Cada día me gusta más cómo escribes. Parece que os estoy viendo a ti y a tu hermana detrás de la puerta diciendo lo de la patata.
    Un abrazo.

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  11. Ese tipo de cosas que hoy en dia ni siquera daria para un triste comentario en cualquier publicacion, se convertia años atras en toda una revolucion, cuando las cosas pequeñas eran tan grandes como comer un buen plato de patatas fritas. Que buenas son tus palabras relatando cositas tan cercanas...

    Abrazzzusss

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  12. Como siempre tus entradas son muy pintorescas, me imagino cuantas veces abran repetido ese saludo y lo que más me gusto es la narración de como jugabas con tu hermana, nada que ver con los juegos de ahora,vaya imaginación que teniamos...porque también recuerdo haber jugado así. Saludos

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  13. Ay querida amiga que ya sabia que me tenia que venir con tiempo para degustar tan deliciosa entrada.

    Un relato entrañable,con sabor,pleno de imagenes como es tu costumbre,lo he disfrutado tanto!!!!.....El tema musical de antología es que ha quedado de maravilla!!!!

    Un abrazo mi artista,talento talento y mas talento!!!!!!!

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  14. Espero que no te resulte excesivamente simple mi comentario, pero es que sencillamente me ha encantado esta entrada.
    Así que indagaré en la anteriores.
    Ya tienes otro lector más...
    Besitos/azos.

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  15. Querida amiga, me haría ilusión que "colgaras" en tu maravilloso espacio verde oscuro el azulejito que Renacimiento ha enviado a sus cortesanos más queridos de recuerdo y premio de su segundo cumpleaños. Como no tengo tu mail, te lo dejo dicho por aquí, es el que está cerrando la entrada.

    Un beso y a disfrutar de lo que queda del verano.

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  16. Desde luego, me deja fascinado Señora Verdial, que manos tiene para la escritura... y si es veridico lo que escribe... que arte mas grande! jejeje, me halagan sus visitas, un abrazo enorme.

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  17. Hola, me tras traído muchos recuerdos con esta historia. Yo también jugaba a los "cocinaditos" con las plantas que tenía mi madre, cosa que a ella no le hacía mucha gracia. Y esos concursos, mi marido me cuenta que a mi suegra le encantaba participar, una vez le tocó una gallina en un concurso de Gallina Blanca, el concurso se llamaba Rompa el disco. Y recuerdo que ya estando yo casada le tocó una vez una tarta y en otro no se cuántos paquetes de alubias.
    Que tengas un feliz fin de semana.

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  18. Saint!! cuanto hace que no te leo!! ni siquiera recuerdo, pero creo q leía otro blog tuyo, puede ser?? te dejo un gran abrazo, en verdeoscuro!

    bellísimas tus palabras...
    Ari

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  19. Delicioso, Verdial, tienes una pluma mágica. Cada vez que leo una de tus historias se me queda una sonrisa llena de la dulzura que transmites.
    Gracias.

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  20. Destilas siempre una infinita ternura en los relatos o recuerdos familiares. Haces que nos sintamos uno de tus protagonistas. De un modo u otro nos tocas el corazón.

    Besos
    Teresa

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