Soñando Un Sueño

(“Soñando un Sueño III” – Oleo sobre tela - Daniel Arias )

Átame a tu piel - Susana

Te colaste como un intruso por entre las rendijas de mi sueño pasada la media noche.

Apareciste así de repente tal y como me habías prometido y casi sin darme cuenta tus brazos me rodearon por la espalda.
Inmóvil, callado, tan sólo tu respiración en mi oído y tus cálidas manos en mis pechos. Tu calor se transmitía por mi cuerpo a raudales, oleadas
penetrantes que me atravesaban la espalda. Tu voz sin palabras resonó en mi mente (no te muevas), y yo permanecí quieta, como tú, sintiendo en mi cuerpo el latir acompasado de tu corazón. Tu aliento bajó hasta mi nuca y yo sentí como el roce de tus labios provocaban mil y un revoloteo de mariposas en mi interior.

Se paró el tiempo en que permanecimos así abrazados, sin movernos, sin hablar, y el tiempo comenzó de nuevo su marcha cuando un suspiro surgió de mi mente (necesito tu boca). Y tu boca me hizo caso y a golpe de suaves besos hizo que me girara y te encontrara de frente.

Tu boca, dulce melaza que enhebrabas con la mía; gemidos de azúcar que impregnaban mis labios; besos suaves, profundos, apasionados, ansiosos… besos tuyos… besos de dulce algodón que se derretía en mi boca y tornaban mis labios de miel ambarina.

Besos. Nada como tus besos y sentir a la par tu cuerpo ardiente pegado al mío.

Se desbocaron los corazones, enloqueciron nuestros entresijos y nos enredamos deseando ser solamente uno, hasta que nos venció el sueño.

Cuando poco antes de que amaneciera cantó el mirlo, de nuevo me abrazabas por la espalda, y de nuevo tu boca en mi nuca, y de nuevo tus besos...

Besos de miel y algodón dulce.

Ta dulces como tú.